Chicas con pistolas

Hace unos días, en una conocida revista de cine, me encontré con una lista, de estas que arman los lectores, de los cien mejores personajes cinematográficos de la historia.

Como, para que negarlo, tengo un punto freaky-amante-de-las-listas-absurdas, me puse a revisarla. Muy pronto hubo dos detalles que me llamaron poderosamente la atención.

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El primero fue que de los cien personajes, solamente doce, sí 12, eran mujeres. Tengo entendido que las mujeres somos algo así como la mitad de la humanidad, eso sería el 50%, y no el 12%. Aunque parezca mentira, esa abrumadora minoría no fue lo que más me sorprendió, será la costumbre

Lo que realmente me pareció interesante, fue que de esas afortunadas doce que llegaron a los cien puestos de privilegio, nueve son personajes armados.

Cuando digo armados, me refiero a que son mujeres que portan armas y que tienen actitudes violentas a lo largo de la película.

Obviamente, esa lista no es un estudio sociológico, pero creo que refleja bastante los gustos cinematográficos populares.

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Eso hizo que me planteara una pregunta, ¿por qué a la gente le gusta tanto ver a una mujer con un arma? Digo gente, pero tengo la sensación que la mayoría de los lectores que eligieron estos personajes son hombres o mujeres que idealizan la masculinidad.

Entiendo que los personajes fuertes son interesantes. Claro que la fuerza no tiene por qué encontrar su expresión necesariamente en la violencia. Tampoco digo que esos personajes  no sean buenos, de hecho todos los elegidos son muy buenos.

Tampoco estoy diciendo que la violencia sea exclusiva del hombre, hay mujeres capaces de cosas atroces. Pero seamos sinceros, aunque parezca un lugar común, ir por la vida pegando tiros y dando puñetazos es más típicamente masculino.

No voy a negar que me encanta ver como, en una película, una mujer le vuela la cabeza a los malos. Pero también me gusta muchísimo ver a una mujer que dice unas palabras inteligentes, o divertidas, que despliega una gama de sentimientos más profundos, que me haga llorar o reír con ella. Vamos, una mujer que se parezca más a mí y a otras mujeres que conozco.

Evidentemente el cine no tiene que ser un reflejo documental de la realidad, y todos los personajes arquetípicos, heroicos y desmesurados tienen una importancia y un encanto especial. Todas esas mujeres idealizadas tienen que estar ahí, pero también las otras. El cine está lleno de personajes femeninos geniales que no matan a nadie a lo largo de la película.

Recuerdo la secuencia de Jackie Brown (por cierto, un personaje femenino excelente), en la que Samuel L. Jackson y Robert De Niro miran un vídeo en el que salen tías buenorras en bañador empuñando armas de fuego gigantescas. Supuestamente es un catálogo audiovisual de armas, que se llama “Chicks who love guns” (Chicas que aman las armas). Evidentemente es una fantasía masculina total.

 

 

Me pregunto otra vez, ¿por qué nos gusta ver a chicas con pistolas? O yendo un poco más lejos, ¿por qué a los hombres les gusta ver a chicas con pistolas?

¿Será porque necesitan verse reflejados en la pantalla constantemente? ¿Será que, a falta de pene bueno es un revolver?

No quiero ser aleccionadora, pero las diferencias, y no las similitudes, son las que nos hacen únicos. Hombres, dejen de idealizar a mujeres masculinizadas. Mujeres, no creamos que parecernos a los hombres nos va a hacer más fuertes.

Como último comentario, la única mujer que logró colarse entre los “cuarenta principales” de la dichosa lista (el nueve, cuidado) es Ellen Ripley, de la saga Alien. Es cierto que Sigourney Weaver y su personaje molan muchísimo, y también es cierta una curiosidad: en el guión original Ripley era un hombre.

Inés González