No habrá paz para los borregos

El pasado 18 de Junio asistimos a la XXI entrega de premios de la Unión de actores en el Teatro Circo Price. Sinceramente, lo que nos ha movido ha sido la concesión del galardón “Toda una vida” a Concha Velasco, por su intachable papel en el mundo de las artes escénicas y cinematográficas de este país, una actriz que sabe estar en los sitios y que siempre hace las delicias de la prensa allá donde vaya. ¿Imaginaría aquella chica de la Cruz Roja que más de cuarenta años después iba a ser tan reconocida por sus compañeros de gremio?. Probablemente no.

Por la alfombra roja desfilaron todos aquellos que ya esperábamos tras los Goya. Realmente si mezclamos los Goya con los Max y contamos las simpatías que hay dentro del gremio ya podemos hacernos con la quiniela más exacta de los premios. Y las cábalas no fallaron en ninguna de las categorías; tenemos que tener en cuenta que son premios que los actores se dan entre ellos, así que el criterio es más bien reducido… y totalmente respetable, faltaría más.

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Pero pasemos a lo interesante. Los Ron Lalá intentaron amenizar como pudieron una gala que ya llevaba más de media hora de retraso y que se vio aliñada con estrictos tintes políticos con su premeditación y su alevosía bien distinguidas. Los recortes de la cultura, la vergüenza supina que provocan nuestros dirigentes políticos, la falta de ayudas y la crisis de valores que hay en torno a las artes promovida por la crisis fueron parte de la artillería que Vicente Cuesta, vicepresidente de la Unión de actores, traía consigo. El speech se vio interrumpido por un agitador (me enteré después que era el padre de la actriz Chusa Barbero) que no dejaba de berrear cada dos por tres y que interrumpió a Cuesta soltando esta perlita: “Hemos venido a una fiesta, no a hablar de política”. Evidentemente la indignación se disparó, parece ser que los sectores más ignorantes de la derecha siguen sin entender que las artes y la cultura TAMBIÉN SON CANAL DE DIVULGACIÓN POLÍTICA. Pero, ¿qué van a saber ellos cuando se están cargando este país?, ¿qué van a saber ellos si son los primeros que asesinan a las artes?. Con todos mis respetos hacia Chusa, la actuación de su padre, con sus continuos abucheos y sus salidas de tono, me pareció repugnante, y creo que ese fue el sentir de la mayoría de los asistentes.

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Por lo demás la gala fue tediosa y aburrida. Únicamente pudimos disfrutar de algo de emoción cuando Concha Velasco recogió su galardón por “Toda una vida”, entregado por su amiguísimo Pepe Sacristán. Y como se trata de premios que se entregan los actores entre ellos mismos pues como que no cabe demasiada crítica. Yo desde luego no comparto ni la mitad de las nominaciones con la cantidad de trabajos buenos que hay y que la industria prefiere dejar fuera. Muy a favor de los entregados a Asier Etxeandía en teatro por La avería, muy merecido para este gran actorazo que sigue haciendo tándem de lujo con Blanca Portillo a la que no vimos y que además iba guapísimo; y a Alicia Borrachero en televisión por Crematorio. El resto de premiados, en mi opinión, han hecho un trabajo espléndido… pero no el mejor. Me quedé con muchas ganas de que la actriz protagonista se lo llevara Inma Cuesta, quizás la gran promesa del cine español y que además de tenerlo merecidísimo, fue la única que derrochó elegancia y glamour por los cuatro costados. José Coronado se llevó el premio al protagonista por No habrá paz para los malvados… y se le permitió fumar en el hall del teatro cuando salió a posar con el premio, lo que me pareció una desfachatez. Y finalmente Juana Acosta por Crematorio… sin comentarios.

Y como nuestro magnánimo e iletradísimo gobierno de derechas nos recorta hasta el oxígeno del aire, no hubo presupuesto ni para un canapé ni para un vinito, sólo agua patrocinada por un banco al que no pienso hacer publicidad gratuita, para los gráficos y arreando. Pero vamos que en resumidas cuentas podemos decir que este año ha estado muy bien organizado pero los mismos actores no han conseguido que brillara lo más mínimo. Pero hay que decir que, al menos, se pudo hablar de política, porque es necesario hablar de política. Me alegra enormemente que los actores no permitan que intenten apagar sus voces, que es lo único que tenemos ante los abusos de este gobierno totalitario y opresor. El teatro y el cine deben seguir levantándose contra esos dirigentes políticos que continúan intentando convertir nuestro país en un rebaño de borregos. Solo terminaré añadiendo para vuestra reflexión una cita de Jardiel Poncela para todos aquellos que, como yo, sí creemos en la voz de las artes escénicas y cinematográficas como un medio para cambiar la sociedad: “El teatro es un gran medio de educar al público; pero el que hace un teatro educativo se encuentra siempre sin público al que poder educar

Zäpp Amezcua

Fotos: Olga Gil Bosque