Sensormen

antoniamagazine-teatro-SensormenUna de las cosas más bonitas de los rencuentros es que parece como si el tiempo no hubiera pasado en absoluto. Pues más o menos es lo que me ha sucedido cuando me he rencontrado con Yllana después de un par de años en los que, por cosas de la vida, cada uno tiró por su lado. Y es que cuando una compañía lleva tantos años cosechando éxitos, la relación que se establece con la prensa es casi como la de ese matrimonio que para ser feliz ha de separarse y arrejuntarse cada dos por tres. Yo por Yllana siento debilidad porque creo que es una de esas compañías de teatro terapéutico que te saca la sonrisa cuando mas lo necesitas y cuando menos te lo esperas. Es por eso que siempre habrá un periodista con una hoja en blanco con muchas cosas que contar de esta compañía.

Coproducida por Bulbul, han regresado al hogar, al calorcito de la chimenea del Teatro Alfil con este espectáculo donde comedia, percusión, flúor y láser conforman la mezcolanza de este batido multifrutas donde el humor es el protagonista y donde el canal es la risa. ¿Quién iba a imaginarse a los creadores del 666 entre sensores y música electrónica?. Yllana se atreve con todo y nos ofrece toda una retahíla de disparatadas coreografías en las que la interactividad con el público es primordial. Cuando menos te lo esperas te invade la sensación de estar en una pista de baile de cualquier discoteca de moda. Y cuando miras a tu derecha te das cuenta de que todo el público se ha puesto de pie y se ha puesto a bailar. Y entre los comentarios de los asistentes las afirmaciones más dispares: a unos les suena a Tricicle pero con música de discotecón, otros afirman que bien podrían convertirse en los Mayúmana de la calle del pez y otros finalmente se quedaron en las puertas del teatro para saludar al DJ y preguntarle quien daba los flyer de la fiesta. El caso es que el resultado ha sido positivo por parte del público.

antoniamagazine-teatro-Sensormen_03El trabajo de los actores habla por si solo. Nos encontramos ante una compañía que lleva 20 años, que se dice pronto, creando arte y haciéndonos de reír. La capacidad de improvisación de los actores así como la inteligencia del código de humor se convierten en la clave de su éxito. Cañones de humo, luces de neón, rayos láser y mucha percusión en la rejilla de gadgets que componen el montaje. Si, queridos lectores, hacía tiempo que no descargábamos tanta adrenalina con un montaje. Yllana sigue haciendo perfectamente los deberes como alumnos aventajados que son, de sobresaliente y matrícula de honor; de cum laude en el doctorado de la risa, una risa bien necesaria y tan difícil de encontrar en un circuito plagado de ignominiosos cabezas de cartel. El espectáculo, engancha desde el principio y deja con ganas de más, con la sensación de que ha sido demasiado corto. Una vez mas quedo encantado con la programación del Teatro Alfil que jamás defrauda y que, por algo, es mi debilidad. ¡Bravo!.

Zäpp Amezcua

antoniamagazine-teatro-Sensormen_01