Falling Skies

Cerrad los ojos, Antonias. Imaginad que un día estáis tranquilamente tocándoos el higo a dos manos en casita, que os asomáis a la terraza para fumaros un «tres papeles» a la luz de la tiñosa bombilla de vuestra balconada, que alzáis la vista al cielo y que, para vuestro desconcierto (pues aun ni os habéis encendido el canelo), veis una nave nodriza gigantesca que se mantiene flotando en el aire de modo amenazante.

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Imaginad también que esa nave extraterrestre, de buenas a primeras, empieza a lanzar pulsos electromágneticos que destrozan todos los aparatos electrónicos, rayos láser que fulminan a todo bicho viviente y que, lo más indignante, no tienen la vergüenza, ni la poquita educación de dar una explicación del por qué están desolando la tierra.

Imaginad que esos malditos aliens se ventilan (en menos que se persigna un cura loco) a todos los militares terrícolas que luchan para defender la paz mundial y que, los ciudadanos de a pie, tienen que organizar la resistencia con las pocas cosas que van encontrando por ahí tiradas para evitar el exterminio de la raza humana.

Ahora imaginad que esa niña es blanca… coño no, perdón, que me he liao, esto último es del alegato final que hace Matthew MConaughey en «Tiempo de Matar«. Pero vamos, que más o menos habéis entendido a donde quería llegar.

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Ese, a grandes rasgos, es el argumento de “Falling Skies”, una serie al estilo apocalíptico, quizá no muy original en la idea pero sí muy entretenida y bien realizada, que engancha al espectador desde el primer momento y que no decepciona, tanto por la calidad del reparto de actores, como por los estupendos efectos especiales o las adictivas tramas argumentales de cada capítulo.

 

Pero cuando hablamos del trasfondo de esta serie, hemos de ir mas allá, porque digo yo… ¿Con qué autoridad vienen unos extraterrestres sin oficio ni beneficio a tirar por tierra el buen nombre de aliens de buena familia que llevan conviviendo entre nosotros desde hace décadas? Decidme, Antonias… ¿Hay derecho a eso? ¿Acaso pensáis que cuando ET se disfrazó de gitana e hizo el ridículo más espantoso de toda la década de los 80 lo hizo por gusto? ¡No señores! Lo hizo para congratularse con los terrícolas y dar una amigable imagen de tonto del pueblo… ¿y vamos a permitir que vengan ahora unos marcianos violentos y degenerados a levantarle los pies del suelo?

¿Y qué me decís de Alf? ¿Alguna vez (gatos a parte) hizo daño a alguien? ¿Montó algún follón, pipa en ristre, a las puertas de un puticlub? ¿Organizó algún tipo de batallón extraterrestre para hacerse con el dominio mundial y subyugar a los humanos? ¡No señores! Porque era un chaval que a cualquier mandao que le enviaras lo hacía sin rechistar, con una sonrisa en el corazón y una opereta en los labios.

 

Por eso, mis queridas Antonias, tenéis que ver “Falling Skies”, para apreciar la maldad de estos nuevos seres de mas allá de la estratosfera que vienen a manchar el buen nombre y la inmaculada reputación de los extraterrestres de toda la vida, y estar preparadas por si algún día, Dios no lo quiera, os topáis con alguno cara a cara y tenéis que plantaros en la Comandancia de la Guardia Civil a plantarles una denuncia por sinvergüenzas. No podéis perderos esta serie por eso, y oye, porque está muy divertida, y siempre será mejor estar viendo “Falling Skies” que no en la calle robando bolsos de viejas a la puerta de Bankia… ¿no?.

 

Por otra parte, sé que muchas de vosotras diréis: «Anda, que vaya cojones tiene Casquete, menuda serie ha ido a elegir ahora que estamos en Semana Santa y los romanos acabana de dar una paliza de miedo a Dios nuestro señor«. Pues precisamente, porque como todo el mundo sabe, Jesucristo vino del espacio exterior a traer su mensaje de paz y amor a nuestro mundo… ¿o es que no aprendisteis nada en la escuela parroquial? Pues eso.