The Newsroom

Antonias de mis entrañas, imagino que por la prontitud de las fechas en que nos hallamos aun no sois del todo conscientes, pero he de recordaros que ya estamos en diciembre, ¡y va a nacer el Redentor! ¿Tiene eso algo que ver con mi crítica de series de este mes? Pues en principio no, pero si tenemos en cuenta que, aprovechando que se aproxima la Navidad, recientemente me visitó el fantasma de las Navidades Pasadas para decirme, y cito literalmente: “O moderas en el tono de tus críticas en su aspecto más destructivo, o te doy una solfa de hostias, ¡que no te va a reconocer ni tu puta madre!”, pues imagino que algo si tiene que ver la Pascuaen mi critica mensual.

antoniamag-newsroom s1

Porque este mes voy a escribir sobre “The Newsroom” y creo que sería mejor para todos que pensáramos que lo que os voy a contar es fruto de la profunda reflexión acerca de lo visto y oído en la serie, a que andemos levantando falsos testimonios y pregonando que el bueno de Casquete es ver un ente ectoplasmático y salir corriendo mas veloz que el galgo medio capao del campesino que fue dueño del gallo que le cantó a San Pedro.

Partiremos de la base de que “The Newsroom” es una serie sobre reporteros, ¡cronistas de lo cotidiano como yo!, pero me gustaría matizar que la serie (fundamentalmente) se desarrolla en una redacción de periodistas televisivos que hacen noticias como Dios manda, con rigor, objetividad, fuerza, garra, poderío, y todas esas características que componen el buen periodismo, ¡el periodismo de raza!, así que en ese sentido, si os dicen que esta es una serie dramática os están contando una pamplina, porque a la luz de lo expuesto y del panorama actual, es mas que evidente que estamos ante una serie de Ciencia Ficción.

Para aportar un dato sabroso, quiero también comentar que (al menos en la primera temporada), no salen ni Carrascal ni Jesús Hermida; se comentaba que Susana Griso se operó los morros 4 calles mas abajo de donde se rueda la serie y que Jaime Bores hizo un cameo detrás de cámara, echándole un capote con las fotocopias al chaval que pinta con subrayadores de colores los guiones de los actores, pero poco más que eso en lo tocante a aportación periodística española.

De la serie me veo en la convicción moral de decir que es estupenda, claro, que siendo la idea y el guión de Aarón Sorkin, poco mas se necesita decir. Guiones irreprochables… diálogos inteligentes… situaciones humorísticas complejas pero creíbles… buenos culos… mejores tetas… y un reparto acertadísimo que sin duda hará las delicias de los amantes del género.

antoniamag-Reparto de The Newsroom

No negaré que la serie está muy politizada, pero como dice ese viejo Proverbio Cantonés: “Si un hombre te pide comida, no le des un pescado, explícale porque hay que conseguir expulsar a los miembros del Tea Party del Partido Republicano, e invítale a una caña con sus correspondientes olivas”, creo que era más o menos así, pero a veces peco de ser excesivamente literario en mis traducciones y quizá haya puesto un punto donde va una coma.

Se lo que me vais a decir: «Pero Casquete, toda buena serie que se precie tiene que tener un par de TSNR (Tensiones Sexuales No Resueltas) entre sus personajes, ¿no?«. Pues sí amigas, y “The Newsroom” (como no podía ser de otra forma), las tiene para dar y tomar, porque ¿qué sería de nosotros sin ese punto folletinesco al gusto de novela venezolana? ¿Dónde habría ido a parar nuestra civilización sin los jugosos requiebros literario-amorosos de Corín Tellado? ¿Qué podemos decir de una serie en la que no hay unos buenos rifirrafes, desencuentros, malentendidos y cucamoneos sentimentales que parece que nunca acaban de rematarse? Pues os lo digo yo, sin todo eso los guionistas de las series aun seguirían como en las Sitcoms de la prehistoria, ¡tirando del topicazo de vivir en la caverna y de ligar tirando del pelo!

Que no os extrañe el hecho de que hagan constantes referencias literales y literarias a Don Quijote (esto es completamente verídico), a mi ese punto en concreto me llenó de regocijo el corazón, pero claro, que puedo decir yo que soy vuestro caballero andante de brillante armadura, ¿verdad queridas?