Vicios y virtudes

Vicios y virtudes

25 DE ENERO: Hoy hace 26 días que no fumo. Es decir, que no me pasa un triste cigarro por el morro, y apenas por mi mente.

Cierto es que yo ya había casi dejado de fumar desde Febrero del año pasado. Estaba dispuesta a hacerlo, pero cada vez que quedaba con el que era por aquel entonces mi ligue, volvía a caer. El día que me hizo la enésima jugada le borré de FB, y decidí dejar de fumar. Pero llegaron otros ligues y me resultaba inevitable recurrir al dichoso pitillito en citas o fiestas de guardar.

Ahora gracias a la polémica Ley Antitabaco el “Fumando espero…” se acabó definitivamente. A la fuerza ahorcan y no hay 1ª cita (ni 2ª, ni 3ª) que valga.

Pero, ¿alguien se ha parado a pensar en cuántas romances van a dejar de comenzar con el clásico: “Perdona, tienes fuego?”. Sí, ya sé que ahora se va a generar mucho cotarro outdoor (hasta que los vecindarios varios le vayan con el cuento a Super-Gallardón), pero ¿y qué va a ser de las pobres almas como la mía que como consecuencia de la dichosa Ley hemos dejado de fumar? Aparte de que salir a la puerta con el frío/lluvia/calor con el riesgo que supone dejar tu copa/caña/pertenencias  a expensas de cualquier chorizo desalmado, reconozcámoslo, es un auténtico coñazo, ¡además de una temeridad si tenemos en cuenta al precio que están las mismas! ¿Y qué hay del clásico “cigarrito de después de”? Ah no, que eso es un lugar privado… ¿O no siempre?? (Abstenerse entonces de encuentros furtivos en los baños de los garitos….).

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El tema del ligoteo se está poniendo muy chungo, y gracias a la Ley, más que se va a poner. El otro día sin ir más lejos, estuve en La Ida, segundo hogar durante mucho tiempo y escenario de muuuchas tardes/noches de juerga. Nada más entrar divisé un maromo que estaba de muy buen ver.  Al 1er fichaje,  que se puede atribuir al movimiento de la puerta, corrientes de aire o inocente curiosidad, le siguieron una serie de intensos reconocimientos por ambas partes y miradas unas veces más descaradas que otras, que provocaron la escasa atención por mi parte hacia mis interlocutores (lo siento amigos, pero aquí salió el hombre que llevo dentro: no pude hacer 2 cosas a la vez).

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Claro, ahora que no fumo, y no se fuma en los bares a ver con qué frase empiezas semejante cortejo. Pensé incluso en acercarme y marcarme una frase tipo: ”Enhorabuena guapo, eres es el protagonista de mi próximo artículo” a la par que encasquetarle “sutilmente” una servilleta  con mi número…pero NO GRACIAS. Llamadme tradicional, pero yo prefiero que me seduzcan. Y por cierto, ¡¿qué coño tiene que hacer una chica hoy en día para que le entren en un bar? ¿Tatuarse la frente? ¿Ponerse un luminoso de neón?!  Porque luego, si tomamos la iniciativa el personal se acojona ¡y encima nos tachan de frescas! Después de 4 cañas en 30 minutos (cualquier excusa es buena para ir a la barra y hacer una buena caída de ojos a la argentina. Yo me entiendo…), la “dama” se fue y ahí se quedo todo. Aprovecho el medio para hacer un llamamiento al estilo de los anuncios por palabras de los periódicos de antaño: “Te ví en La Ida. Llevabas camiseta blanca y vaqueros (un clásico). Barba de 3 días y fuertes brazos. Nos miramos (mucho). Yo, morena  pelo largo con dificultades para mantenerse sobre los tacones tras la ingesta masiva de cervezas en tiempo record…”. ¡Eso eran historias y no las de ahora con tanto FB!  Definitivamente me quedo con el cortejo vintage.

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28 DE FEBRERO: Y cuando pensé que ya lo había conseguido… ¡Zas! Mi cumpleaños. Hala, 33 castañas y como buena fiesta de guardar varios vicios vuelven a entrar en juego… Porque cualquier ruptura por pequeña que sea es como dejar una droga más o menos dura. El tabaco, un amante. Los primeros días crees que no podrás vivir sin él, que nada será lo mismo sin compartir todos los momentos, te servía de apoyo, hacía que no te sintieras solo. Conforme van pasando los días, las semanas, los meses cada vez le recuerdas menos, hasta que llega un día que te parece un extraño, e incluso piensas cómo pude estar yo con ese elemento,  o te ves en una foto fumando y te ves raro, raro, raro… El mismo tiempo que hace que no fumo, hace que no sé nada de mi última aventurilla amorosa y…. ¡apenas recuerdo cómo se llamaba este sujeto! El tiempo y reconocer que tienes un problema lo cura todo.

Si la historia es un poco más intensa te puedes llegar a sentir como un auténtico yonkie. Falta de apetito, temblores, ganas de tirarte delante de cualquier vehículo con ruedas que circule a cierta velocidad o ventana… Así estaba yo el día de San Ballantines (que es como yo lo llamo, ya que si estás con pareja te agarrarás una buena tajá para celebrarlo y si no te echarás a las calles a ahogar tus penas en alcohol), que se me juntó con la monumental resaca de mi cumpleaños y la enésima requetecaída  emocional. El cocktail molotov era como para no dejar supervivientes la verdad, pero afortunadamente, después de la tempestad viene la calma, y tras aquel tormentón eléctrico entoné  el  “Me estoy quitaaaandooooo, ooo, ooo, ooooo….” de Extremo Duro, y al tercer día resucité como Jesucristo García (toma,chascarrillo de rock urbano!).

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Conclusión: las recaídas sólo son eso recaídas. Esporádicas, a veces corrosivas, pero después de ellas hay que hacer borrón y cuenta nueva. Fundamental: las BUENAS COMPAÑÍAS. Ya lo decía mi madre….

¿Y la “galletita” (entrecomillo porque es como una rueda de carro) DIGESTIVE  con chocolate negro de después de comer? ¡Otra gran adicción! Ahora que empieza la consabida operación bikini, empezaremos otra batalla (creo que perdida de antemano) contra la caloría y la báscula. ¿Y total para qué? ¡¡¡Si en cuanto llegues a la playa te vas a poner ciego de cañas, tapas y frituras varias, y ahí estará ooooootra vez el consabido michelín!!! Y conste que lo digo después de meterme entre pecho y espalda un trozaco de tarta del que me podía haber arrojado al vacío…

Tabaco, drogas, amor, comida… todo son vicios más o menos difíciles de eludir y/o superar. ¡Qué coñazo, oiga! ¡Que todo lo bueno, engorde, destruya neuronas, pulmones o equilibrios emocionales! ¿Por qué no inventan los cigarros de sabores: ideales para perder peso, que te den un buen colocón,  mejores orgasmos y funcionen como un superfiltro de amor con la persona amada? ¡Si lo hacen se forran! ¡5 en 1 señores! ¿Alguien da más?

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El caso es que en el combate  el Amor vs La Ley Antitabaco habrá que acuñar nuevas frases que sustituyan al consabido “me das un cigarro” o “Tienes fuego”. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Ahora que  no se pide el teléfono si no el FB,  y frases como “estudias o trabajas” (entre otras cosas, porque ya tenemos una edad) o “vienes mucho por aquí” están en desuso, iremos blandiendo nuestro piti de plástico (agotado día sí , día no en todas las farmacias del centro, por cierto) o electrónico,  y nos acercaremos a decirle al mozo o moza en cuestión: “Perdona, me encantaría preguntarte si tienes  fuego pero he dejado de fumar, así que te haré otra pregunta:  tienes …nombre?

Dedicado al Warhol Team.

LaTreceCatorce