Magdalenas ecológicas

Ceder el espacio del edito este mes ha sido una de las decisiones más acertadas que he tomado en estos días. Leticia lo ha hecho tan bien, ha captado tanto la esencia de lo que quería decir este número, que para qué voy a intentar mejorar lo inmejorable.

Y es que estoy tan cansada… Las navidades son una puta pesadilla, en serio. ¿A vosotras también os pasa? Y no me refiero ya a lo habitual, cenas de empresa, quedadas con los amigos que ves de higos a brevas, eventos, comidas y/o cenas familiares, etc. Eso, más que menos, está asumido. A mí lo que más me agota es el estrés colegial… ese mundo.

No sabes la que se te viene encima con la maternidad hasta que tu hijo comienza el cole «de los mayores». Es revivir la pesadilla escolar, pero en carne ajena, la sangre de tu sangre, que duele más. Un dolor que oscila entre el clítoris y la boca del estómago. Acojone incontrolable.

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Si pensabas que esto de la fiesta navideña del cole era como en tus tiempos, que todo lo más ibas o de pastorcita o de Papá Noel, estás muy equivocada. En este increíble mundo reinan sin discusión las SUPERMADRES. Esas que son tan creativas que te joden toda la planificación: el traje de pastorcillo y el disfraz de Papá Noel ya los puedes ir donando, porque ellas se conchabarán con la profesora de tu hijo para disfrazarle de cosas tan incómodas, poco prácticas y psicotrópicas como árbol de navidad, espiga de trigo, o dulce navideño.

En este micromundo te vas a encontrar con las madres malenis, con las madres que hacen lo que pueden (como tú, como yo, como todas) y con el (o eso creo) peor subgrupo de todos: las madres-malenis-concienciadas, o SUPERMADRES. ¡Ah, tú te creías que esto era pan comido…! Estás jodida, antonia, bien jodida.

Una maleni, como ya se ha encargado de explicar nuestra querida Leticia este mes, es lo que toda la vida de dios ha sido una maruja: esa mujer perfecta, que a las 10 de la mañana (después de llevar a los niños al cole) ya había recogido y limpiado toda la casa, ido al mercado, preparado la comida, y aún le daba tiempo para hacer labores de punto/croché/costura por encargo. La maleni actual aún añade más tareas a su quehacer diario: tiene perfiles en Facebook, Twitter, Instagram y -fundamental- Pinterest , lleva un blog e imparte clases de cocina o de manualidades.

Pero la madre-maleni-concienciada, la SUPERMADRE, pertenece a la asociación de padres, organiza e impulsa un montón de eventos y actividades en el cole, y mantiene una intensa relación epistolar (vía email, por supuesto, porque es muy moderna) con el resto de padres y el profesorado de su hijo. Ella trabaja, pero o lo hace en su propia empresa o no entiendo nada, porque el 99% de las veces tiene disponibilidad absoluta para acudir a reuniones a las 16.00 de la tarde un día entre semana. Está cargada de trabajo, pero saca tiempo para hacer magdalenas… magdalenas ecológicas, por supuesto.

Cuando le cuentas por qué no puedes acudir a las reuniones a horas intempestivas, puede (vamos, seguro) que te suelte un discurso sobre la necesidad de «trabajar menos», «pasar más tiempo con tu hijo» e «involucrarte más en comunidad educativa del colegio». Aquí tienes varias opciones:

a) descojonarte en su cara

b) llorar y contarle tu vida

c) soltarle una guantá, a ver si espabila (mejor no, la violencia no lleva a ningún lado)

d) tomarte un gintonic, aunque sean las 9 de la mañana

antoniamagazine-magdalenas-horno solare) explicarle que tú también hacías «magdalenas ecológicas», pero desde que cerraron el molino de la zona, donde comprabas la harina del trigo cultivado por el agricultor del barrio, y al que te acercabas en tu bicicleta, ya no encontrabas harina realmente bio. Y que tampoco ha ayudado que el resto de propietarios de tu comunidad de vecinos (¡los muy antiecológicos!) te hayan prohibido usar el horno solar que construiste con tus propias manos en el terrado del edificio. ¡Menos mal que aún no se han dado cuenta de que tienes en el balcón un gallinero pirata, donde varias gallinas te surten de huevos frescos y sin contaminar!.

NOTA: no merece la pena explicarles a este tipo de seres que comprar la harina con el sello BIO o ECO en el Carrefour es un buen gesto, pero no convierte lo que cocines en ecológico, que cualquier producto que necesita envasado industrial y transporte más allá de los 5 kms del lugar de producción, ya supone un impacto ambiental muy importante. Por no hablar de con qué cocinas, el gasto energético, etc etc.
El adjetivo «ecológica» sumado al sustantivo «magdalena» carece de sentido, y es una sobrada. Has hecho magdalenas con harina integral. ¡Pesada!

Las SUPERMADRES siempre han existido. No tienes más que tirar de memoria o preguntar a tu madre o alguna de tus hermanas mayores. Y en todas y cada una de las épocas son un castigo para el resto. Puedes recibir un correo suyo un sábado por la noche, en el que te cuentan que en la última reunión con la profe (sí, esa a la que no pudiste ir, porque una vez más fue a las 16:00 de la tarde), quedaron en llevar el lunes siguiente una manualidad que precisa de elementos que es más que probable que no tengas a mano en fin de semana. ¡Oh, vaya! se abre un nuevo abanico de posibilidades para escoger:

a) hacer como que no lo has leído.
Inconvenientes: hay muchas posibilidades de que haya más supermadres en la clase de tu hijo. El resto de críos llevará la dichosa manualidad y el tuyo no.
Resultado: niño frustrado y tú con mala conciencia.

b) comentarle que no son horas ni días para mandar un correo, que está muy bien la iniciativa, pero que tenga en cuenta que lo mismo no estás atenta al correo el fin de semana (¿os acordáis de lo de «trabajar menos»? pues eso) y que podrían esperarse hasta el lunes para comunicárselo a todos los padres.
Inconvenientes: que te salga contestona. Te mandará un correo quejándose porque ella se implica y va a las reuniones, y saca tiempo de donde no lo tiene para participar en la educación de su hijo/a.
Resultado: maleni enfadada, aprendes a guardarte tus opiniones y haces la puta manualidad.

c) convertirte en maleni-diógenes. Limpiarás y guardarás todos los envases de yogures, los canutillos del papel higiénico, bridas, envoltorios y cualquier cosa susceptible de convertirse en una manualidad.
Inconvenientes: espero que tengas una casa grande, o tus vecinos terminarán llamando al SAMUR SOCIAL.
Resultado: la casa hecha una mierda y llena de trastos inútiles.

Son una plaga y es muy contagioso. Procura, por tu bien y el de tus hijos, no trabar mucha amistad con ellas. Te arrastrarán al lado oscuro, y el día menos pensado te verás organizando «quedadas» para jugar con los niños al pilla-pilla en inglés (apoyo escolar, refuerzo educativo, etc), en vez de llevar a los niños al parque y que sean ellos quienes decidan cómo, cuándo y con quién quieren jugar… a ser posible, por favor, con otros niños.

por Mabi Barbas (anti-maleni confesa)