Por los ojos de Raquel Meller

Si os pregunto por La Violetera, Flor de Té o El Relicario, estoy convencidísimo que a la mente os viene la imagen de la reciéntemente desaparecida Sara Montiel. Saritísima hizo popular estos temas musicales a finales de los 50 con títulos como «El último cuplé» o «La violetera», pero lo que nadie sabe es que esos mismos temas fueron los que originalmente encumbraron a una grande del género ínfimo español: Raquel Meller.

Poco se sabe de esta gran estrella internacional, que se paseó por medio mundo en la época dorada de la intelectualidad española, los primeros años 20. Y se sabe poco porque, por desgracia, en este país los genios sufren el vacío y mueren en el olvido. Pero Raquel Meller ha regresado, y ha regresado al Teatro Reina Victoria, precisamente a ese teatro que se creó en su época de máximo estrellato y para este tipo de género: el cuplé. Raquel Meller vuelve a inundar un patio de butacas, haciéndonos partícipes de su espíritu, un espíritu inmortal que regresa a nuestros corazones gracias a la compañía Tribueñe, capitaneada por otro genio: Hugo Pérez.
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Los que me leéis con asiduidad, sabéis que me espantan los horrendos y carísimos musicales que se anuncian en los grandes teatros; que me cuesta una barbaridad tragarme ese tipo de payasadas. Por los ojos de Raquel Meller, por el contrario, es un espectáculo de los que me parecen absolutamente necesarios. Con una puesta en escena sencilla y una escenografía justa, Hugo Pérez nos traslada a la vida de la que fue una gran estrella, con un vestuario maravilloso y perfectamente cuidado. Pero no sólo eso, Pérez cuida hasta el último detalle, vigilando incluso que la iluminación sea tan ténue como en esa segunda década del siglo XX. El elenco cuenta con fantásticas voces, una maravillosa personificación de Raquel Meller por parte de Maribel Per y una fantástica ejecución por parte de todos ellos, entre los que se encuentra nuestra querida Chelo Vivares, que tan bien nos ha recibido

Da gusto poder disfrutar de un trabajo de dirección tan bueno. Os sorprenderéis de la rapidez con la que se producen los miles de cambios de vestuario en cuestión de segundos sin que la pieza pierda ritmo, de la música en directo, de la intimidad del texto y el mensaje y, en definitiva, de la delicadeza y la magia del cuplé.

Creo que no me quedo corto a la hora de decir que Por los ojos de Raquel Meller es la gran apuesta de la nueva temporada. Tribueñe se ha convertido de la noche a la mañana en mi redentor, la única compañía que ha conseguido que me reconcilie con los musicales. Ah, y además cuesta la mitad que las patochadas que veis en la Gran Vía y se hacen llamar musicales; así que llévelo usted señorito, que no vale más que un real.