El manual de la buena esposa

Parece ser que el mes de enero y la apertura de la nueva temporada nos han traído obras protagonizadas por tres mujeres. Después de las 300 expediciones de la Triángulo y las Chirigóticas del Alfil terminamos el mes con tres mujeres de bandera que protagonizan una comedia en clave musical hilarante y cargada de recuerdos. El Teatro Lara acoge El manual de la buena esposa, una pieza escrita por seis autores que ha hecho las delicias sobretodo entre los más mayores. Y es que es un gustazo regresar al Lara, un teatro que huele a añejo y cuplé, una pequeña pieza de museo donde se respiran recuerdos de tiempos pasados en forma de teatro.

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El Manual de la buena esposa es, en realidad, esa enciclopedia de buenas prácticas que nuestras madres y nuestras abuelas recitaron cantando en los colegios en su niñez. La mujer era criada y educada para servir en su matrimonio, hipotecar sus sentimientos y habilidades en función de su papel de madre y esposa. Encontraremos temas tan importantes para la época como la religión, la sexualidad, las relaciones matrimoniales, la maternidad, la introducción de los medios de comunicación, etc. La obra, dirigida por Quino Falero (que yo no conocía de nada) hace una mirada retrospectiva a nuestro pasado y recorre el papel de la mujer patriota desde los cruentos años de la guerra civil hasta la década de los 70. Y su apuesta ha sido eminentemente comercial, contando con apuestas seguras como Llum Barrera y la incombustible Mariola Fuentes. El reparto se cierra con Natalia Hernández que, acostumbrados a verla en televisión haciendo papeles de reparto, nos ha sorprendido maravillosamente.

Pero empecemos por el principio ya que se pueden decir muchas cosas de este montaje. Lo primero a destacar es el trabajo de unas actrices más que experimentadas que han sabido sacar adelante un trabajo de dirección bastante pobre. La elección de escenografía un horror en contraste con el fantástico vestuario. Mariola, una de las actrices que tengo en mi archivo #lasquememolanunmontón, algo sobreactuada y desplazada respecto al resto de personajes. Natalia y Llum, maravillosas, no se puede pedir más. Podemos hablar de la ejecución de un texto divertido y ágil, muy bien adaptado para ser seis autores. Nos encontramos ante doce historias sucedidas en doce épocas con doce mujeres bien distintas, por lo que los cambios de registro son continuos. Quizás esa sea una de las claves por las que estás pendiente desde el principio y hasta el final. Con un humor rico y muy visual, nos vamos metiendo cada vez más en el papel de la mujer durante 40 años de cambios sociales.

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La respuesta del público ha sido abrumadoramente positiva, pues nos encontramos ante una pieza escrita por y para un público más que específico. Pero es posible que el señor Falero haya querido dar ese tufo comercial para vender y llenar el teatro; posiblemente esta apuesta comercial ha sido creada para la gente más mayor, ya que ellos van al teatro más que los jóvenes. Y esto fue la primera reflexión que me vino a la cabeza nada más entrar en el teatro al ver la edad media de los espectadores. Eso debería cambiar. Creo que ya va siendo hora de que la industria empiece a dar paso a la creación menos comercial y apostar por el arte. Pero en definitiva, hablamos de un trabajo bien hecho, bien construido, magníficamente interpretado pero mal planteado desde la dirección. Y ya que tenemos un fantástico texto como éste, creo que se puede crear algo más para todos los públicos. Y eso, es labor de dirección pura y dura
Propuesta muy divertida y entrañable, así que la recomendamos. Y ya de paso, creo que podríamos compartir con estas maravillosas actrices, el Manual de la buena Antonia. Igual hasta sale de aquí una obra de teatro.

Zäpp Amezcua