Desde que soy madre me preocupan dos cosas: mi hijo y qué va a comer. Lo demás pasa a un segundo plano. Es posible que le pase a todas las madres, pero lo mío empieza a ser obsesivo.
Una idea que me ronda mucho últimamente es que los alimentos no tienen el mismo sabor que tenían cuando yo era una niña. Y no soy ni mucho menos original en esto, todo el mundo comenta lo mismo. Puede que a quien vive en el campo o junto al mar esto le suene extraño, pero a los habitantes de las grandes ciudades nos amarga la existencia no reconocer los sabores de nuestra infancia en lo que comemos ahora.
La industrialización, el comercio masivo, las grandes superficies… el «progreso», se supone que todo son ventajas, pero a mí empiezan a no parecérmelo.
¿No os habéis preguntado nunca de dónde vienen los alimentos que tomáis, lo que compráis en el súper? ¿Si pudiérais escoger entre un alimento recolectado, pescado, u obtenido de manera masiva, industrializada, y otro cultivado, pescado o criado de manera tradicional, cuidando la procedencia y el entorno, no lo haríais? Yo sí, desde luego.
El problema es que no siempre es posible, porque vamos como vamos, como motos. No nos paramos a pensar hasta qué punto estamos contribuyendo a destruirlo todo con la dichosa prisa, los carrefules, las naranjas en agosto y los fresones en diciembre.
Pero cada vez más nuestra conciencia nos dice que nos paremos a pensar, que dejemos las prisas a la hora de comprar, porque nos va la salud, el entorno y el futuro de nuestros hijos en ello. Y no es ni broma ni propaganda.
Hemos encontrado en Madrid una pescadería donde traen el pescado fresco, directamente desde Galicia, en el día, de lo que da el mar en ese momento. Si ese día hay rape, pues rape. Que no hay salmonetes, pero hay otra cosa, pues eso es lo que traerán, pero pescado fresco fresco. Si vivieras en A Coruña es lo que encontrarías en la lonja, no otra cosa. Unas ostras de llorar. Unos carabineros rojos como amapolas.
Sólo he probado un pescado así cuando he estado junto al mar. Pero en Madrid, ay, será el mejor puerto de mar de España, pero qué queréis que os diga, hasta ahora no le había encontrado el sentido a la fama.
Pero eso no es todo. Deberíais saber que Lonxanet (en el Mercado de San Miguel de Madrid) no es sólo una pescadería, es una fundación, que se encarga de controlar el origen y la calidad del pescado que ofrece, a un precio justo tanto para el consumidor como para el pescador, cuyos beneficios se destinan a la conservación de la biodiversidad de nuestras costas, a mantener las vedas, a dignificar la profesión del pescador, tan maltratada con la pesca masiva.
¿Qué es Lonxanet?
Es una empresa de economía solidaria, de distribución directa de productos del mar gallego, participada por cofradías de pescadores. En la cual el 50% de los beneficios se dedican a proyectos de carácter social, económico y ambiental en el sector pesquero artesanal.
50,70% FUNDACIÓN LONXANET para la pesca sostenible
3,39% cofradías de bajura de Galicia
45,37% socios privados
Objetivos
– dignificar la profesión de pescador
– fomentar una pesca sostenible
– impulsar el comercio responsable
– trabajar por un mar más saludable y diverso
Ventajas Lonxanet
para el consumidor
– adquiere productos frescos de alta calidad
– productos con certificación de origen, el mar de Galicia
– el cliente recibe una atención personalizada, con información de producto, nutricional, vedas de cada especie, recetas recomendadas, envíos, etc.
– recibe los productos en su domicilio, listos para cocinar
– con la compra el cliente contribuye a la pesca sostenible, el comercio responsable y proyectos sociales a través de la Fundación Lonxanet.
para el pescador
– recibe un precio justo por sus productos.
– sus productos llegan en perfectas condiciones a consumidores de toda España
– reconocimiento social del pescador a través de sus productos y su trabajo
– mejora la economía social de las comunidades pesqueras
para el mar
– la pesca sostenible favorece la conservación de los ecosistemas
– mayor selectividad de los productos al cumplirse con las normativas vigentes para la protección de las especies
– a través de la Fundación Lonxanet para la pesca responsable, se desarrollan proyectos en defensa de la biodiversidad marina
Deberíamos vigilar mucho más lo que comemos, su origen, si su recolección, pesca o crianza han supuesto una explotación masiva de los recursos naturales. Si esa pescadilla que nos comemos ha sido recogida hace un mes, en la otra punta del mundo, y conservada hasta que llega a nuestro plato, dentro de un barco que ha gastado toneladas de combustible. Hay que volver al slow food, a ir al mercado, a seleccionar lo que comemos, y no comprarlo todo envasadito, con su plastiquito y su poliexpán tan monos (y tan contaminantes), que quedará muy bonito en el frutero, y en el plato, pero no saben a nada, nos están haciendo polvo el sistema digestivo, y están destruyendo todo lo que tenemos alrededor.
Si vas a comprar, tómate las cosas con calma y mira bien lo que te llevas.
Y si estás pensando en pescado, merece la pena que te pases por Lonxanet, esto es serio.
LONXANET, Mercado de San Miguel, Madrid.