La primera vez que ví a la Lady Gaga esta pensé: otra mamarracha.
Luego resulta que se ha hecho súper famosa, y tengo que reconocer que:
– uno, tiene buena voz
– dos, al menos sabe tocar un instrumento (musical), y compone
– tres, tiene toda una parafernalia de márketing detrás que pa qué.
Está claro que sabe venderse.
Que pretenda imitar a Madonna, que a su vez pretendía imitar a Blondie, pues vaya, no dice mucho de ella. Es como los bolsos clones del Zara, se parecen a los originales (de Celine, de Prada, de quien sea), pero en cuanto los abres dices «joé, vaya mierda de pespunte».
Pero es que, además, gastándome los años que me gasto, que Lady Gaga pretenda impresionarme con sus estilismos supuestamente transgresores me da la risa floja. Perdona, nena ¿te estás quedando conmigo? Echo la vista atrás y me encuentro con Tino Casal, con Paco Clavel, y, más actualmente, con Astrid Hadad. Esto sí que es ser transgresora. Lo siento, Lady Gaga, me sigues pareciendo una mamarracha. Demuéstrame más.
Para muestra, unos cuantos (y divertidos) botones de esa completísima artista que es Astrid Hadad.