La llaman la Madonna escandinava. Se podría haber quedado en esa rubia sueca y monísima que triunfa con su euro-pop noventero fresco y desenfadado.
Pero con los años decide romper con todo, mandar a la porra la etiqueta de niña prodigio y seguir sus propias reglas.
Su disco «Robyn» era una propuesta moderna. Pero hasta su reedición en 2007 no nos dimos cuenta de su magnitud. Temazos rompepistas como “With every heartbeat», y rallanos en lo lacrimógenos, como «Be Mine».
Una artista versátil, una gran intérprete que sabe sacar partido de su voz (y sus contactos…).
Una chica a la que no perder la pista…