
Muchos de nosotros relacionamos la palabra «clímax» con la cúspide del placer, el nirvana de los sentidos provocado por un buen polvo, un colocón sutil, una ópera de las de antes, el suelo de la cocina tras un fin de semana de limpieza general, etc.
Castilla es ancha y plana como el pecho de un varón nos recitaba Machado hace ya casi un siglo.