Algunos cirujanos plásticos deberían ser juzgados por crímenes contra la Humanidad, por faltar al juramento hipocrático, y por maltratadores psíquicos.
A Michael Jackson nadie le trató de sus problemas psíquicos, de autoestima, que le llevaron a borrar todo rastro de sus rasgos originales de su cara.
A Donnatella Versace la rodean muy malas personas, que no saben decirle que YA, que pare, que es el Jocker con peluca rubia. Aquí ya no es lo de «qué pena, cómo se estropean los cuerpos», sino «qué pena, hija, el cisco que te estás montando en la cara».
Envejecer con dignidad es todo un arte, casi un acto heróico, sobre todo cuando tienes tanta pasta y tantos mamones alrededor dispuestos a sacártela.
A los hechos nos remitimos.