Cuatro días en París no son demasiados para todo lo que hay que ver, pero si los sabes aprovechar te darán para volver con la satisfacción de haber visto algunas de las cosas «que hay que ver», y descubrir por tí misma otras muchas que no aparecen en las guías de viaje.
Quise aprovechar este viaje para tomar algunas notas y ayudar a mis futuras antonias viajeras a descubrir esta preciosa ciudad. Me reservaré lo más íntimo, por supuesto, pero algunas experiencias son dignas de ser compartidas, y ayudan más que una, por otra parte, completísima guía de Lonely Planet.
Ante la perspectiva de pasar esos cuatro días con uno de los hombres de mi vida (al otro lo dejé a cargo de sus abuelos en Madrid) en solitario, tuve muy claro un objetivo: me iba a tomar mi tiempo cada día para arreglarme pausadamente antes de salir a la calle. Nada de echarme rimmel a toda prisa mientras me pongo la chaqueta y en la otra mano llevo el bolso.
La excusa del viaje fué ir a ver el concierto de Florence & The Machine en el Casino de París. Un regalo de mi amor (sí, es un tío con clase), con el que aprovechábamos para estar solos y conocer esa grandiosa ciudad.
Grandiosa, pues sí, es grande de narices París. Imposible llegar a todo a pié, así que nos movimos en metro y paseando casi por toda la ciudad. Incluso recorrimos parte del Sena en barco, como está estipulado en cualquier viaje de enamorados.
Un relato de cuatro días, con sus direcciones y sus detalles, puede ser de lo más pesado, así que os lo divido por días, para que no os empachéis, antonias.