Muerte por stories

Los dinosaurios se extinguieron por culpa de un meteorito. Las revistas lo harán por culpa de la sobreexposición de quienes las hacemos. Convertirnos en generadores de contenido para las siempre hambrientas redes (además de currantes) no parece una idea muy sensata.

No exagero al contar que si todo lo que se dice en despachos y redacciones saliera a la luz, prácticamente ninguno de los que hacemos hoy día una publicación seguiría haciéndolo. Nadie te hace firmar un acuerdo de confidencialidad, pero si quieres trabajar en una de ellas necesitas poseer dos cualidades: la capacidad de que todo te resbale, y la facilidad para olvidar agravios, desaires, menosprecios, ninguneos, acoso y un largo etcétera de lindezas. La ausencia de memoria y la fidelidad a prueba de bomba son las cualidades que más se cotizan en una redacción, que no te engañen con másteres y postgrados.

Aún conociendo el percal, a los que llevamos ni se sabe el tiempo en esta industria nos sigue sorprendiendo la capacidad de algunos para, de repente, convertirse en estandarte de causas totalmente ajenas a su condición: el antiracismo, los derechos sociales o el feminismo. Lavados de cara a golpe de comunicado, en redes, por supuesto, que ahora todo se hace así. Matar moscas a cañonazos.

Cuánto más veraz (y efectivo a largo plazo) sería reconocer y rectificar, hacer un ejercicio de introspección para detectar y modificar todo lenguaje, contenidos y/o actitud impropia del momento que vivimos. Actitudes largamente consentidas, no ya en el sector, sino a todos los niveles de la sociedad. Reconocer que algo falla y trabajar para rectificarlo es lo que hace a los buenos líderes.

Los que somos padres sabemos por experiencia que lo más efectivo a la hora de educar no es castigar, sino enseñar qué se ha hecho mal y cómo hacerlo bien. También enseñar a pedir perdón y ofrecer la oportunidad de enmendar el error o el agravio. Pero, claro, el castigo es lo más fácil y lo que te descarga de responsabilidad.

La cosa es que los padres asumimos que la culpa de lo que pase SIEMPRE es nuestra. Esto en otros sitios no pasa. Quizá porque ni siquiera existe la intención de responsabilizarse de nada.

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Nota bene: también en redacciones y despachos se encuentra calidad humana y gente decente, ojo.