Mabi pregunta, Lucio responde
Oye, Lucio, a mí lo de Galliano siempre me pareció súper raro. Con el control que Arnault debe de tener sobre todos los empleados de su imperio, me extraña mucho que no supiera sobre el comportamiento de Galliano en los últimos tiempos. Su despido parecía más bien una encerrona… Pero ¿y si todo fuera una estrategia comercial?
Es una tontería por mi parte pensar que un Holding de lujo, una de las empresas más potentes de Europa, haya dejado al azar el mando de la locomotora que más dinero genera en todo su conglomerado. El despido de John Galliano no fue casual, fue una sutil estrategia comercial para dar por terminada una época que probablemente terminaría mas tarde o temprano. Ellos están acostumbrados a ocultar, desvirtuar y engordar la información a su antojo, no en vano son propietarios de varias cabeceras de prensa escrita en Francia.
La crisis económica global y las nuevas economías emergentes han cambiado el mundo para siempre y ellos se han dado cuenta antes que nadie. Sus culjanters y demás hienas investigan y escrutan las tendencias socioeconómicas antes de que éstas calen en los consumidores.
Ellos, que viven rodeados de consejeros delegados y de caza tendencias, fueron los primeros en darse cuenta, allá por los primeros noventa, de que los tiempos habían cambiado y que el tiempo de la vieja Costura, de los maravillosos, finos y estilosos trajes de pata de gallo, las pomposas blusas blancas con puños de encaje y los vestidos de gran clase para señoras de edad, habían tocado a su fin. El despido de GianFranco Ferré, de manera abrupta, y no fue provocado a les sonaba a los amantes de la moda, a su predecesor, Marc Bohan, también lo despidieron de la noche a la mañana, y eso que en ambos casos las ventas y la publicidad en prensa iba viento en popa . En el caso de Ferré se trató de una fina estrategia orquestada desde la dirección de la firma, que ya se habían dado cuenta de que se perdían parte de un jugoso pastel, el de la juventud.
Las nuevas generaciones pasaban de Dior y centraban sus energías y sus dineros en salir corriendo a otras casas más juveniles y más acordes con los tiempos. Prada o Gucci despuntaban a principios de los 90’s y el dinero y los nuevos ricos lo que querían era hacer alarde de que lo tenían. Tras un infierno minimal en la primera mitad de los noventa, tocaba una nueva etapa más barroca y tanto en Europa como en EEUU como en el resto de economías emergentes asiáticas, los consumidores no sentían los recelos de las viejas fortunas a la hora de gastar y que se notara.
En este lecho sociocultural, François Arnauld contrató a John Galliano para dar a Dior el lugar que se merecía. La “locura creativa” de la que Anna Wintour hablaba sobre Dior y Galliano, con la devoción que siempre habló de su trabajo les aseguró el apoyo incondicional a un proyecto que ya estaba en marcha y que traería grandes beneficios a todas las partes implicadas.
La estrategia era conseguir toda la atención mediática posible y hacer el máximo ruido. Nunca hasta la era Galliano-Dior, se habían visto escenarios más increíbles, de hecho fueron pioneros en trasladar los shows a lugares que fueran acordes con la ropa que se exhibía, nunca hasta entonces se habían visto tal cantidad de modelos de renombre juntas en una pasarela. En la época Galliano-Dior, el exceso era el leit motiv de la casa de Costura más famosa del mundo junto con el Chanel de Karl Lagerfeld. Las supermodelos, traídas en carísimos vuelos con sus carísimos sueldos sólo hacían una salida, cada una con un vestido, como si fueran papeles escritos de un director para cada actriz.
Todos ellos consiguieron volver a poner de moda el acto de vestirse para cada ocasión y lo que es mejor, poner de moda los complementos, los maquillajes, las medias y los perfumes más sofisticados y barrocos. Con cada temporada, en la pasarela, aparecían nuevos bolsos, nuevas lacas de uñas, nuevos zapatos, nuevos pintalabios. Siempre justificaron la suntuosidad de los desfiles de Costura diciendo que no sólo enriquecían las colecciones de prêt à porter, si no que hacían que los beneficios en venta de complementos, perfumes y cosmética, fueran millonarios.
La máquina de gastar dinero que era Galliano para Dior, era una mínima expresión comparándolo con los cuantiosos beneficios que cada colección generaba. Las camisetas de J´adore Dior, los perfumes con el mismo nombre, el Gaucho…y un montón de productos más, eran best seller en todo el planeta. Quien no podía hacerse con un Lady Dior siempre podía comprarse una de esas pulseras de eslabones que escondían gloss para los labios o unas gafas de sol, en todo ello se notaba el genio del gibraltareño. Galliano reinterpretó la historia de la moda del siglo veinte con la tecnología del siglo veintiuno, desde Vionnet hasta Schiaparelli pasando por Mainbocher o Poiret, cada colección era una lección de moda con mayúsculas.
Le dejaron hacer lo que quisiera y él les respondió con toda su creatividad, con todo su genio entregándoles todo su universo creativo y lo que es más importante, algo con lo que nunca podrá volver a trabajar en condiciones; su nombre.
La maison Christian Dior nació en la posguerra de la Segunda gran guerra mundial en una época de restricciones de todo tipo, fue el contrapunto a la austeridad de la época marcada por la escasez no sólo de víveres sino también de combustibles o tejidos. En un tiempo en el que en Francia lo que se consumía era mirado con lupa, Christian Dior ofrecía trajes cuyas faldas necesitaban doce metros de tela para ser producidas. Hay fotos de mujeres en los mercados con dichas prendas siendo atacadas por otras menos favorecidas.
Fue la respuesta de un tímido y acomplejado hombre a las penurias de una guerra que ya había deshecho su micromundo de pequeño burgués malcriado, mucho antes de que la guerra hubiera arrasado Europa. Dior y su socio Marcel Boussac dejaron que la fantasía de opulencia de tiempos pasados hiciera llorar de emoción e hiciera soñar a toda una generación que vivía triste y que añoraba con vestirse como princesas de cuento. Cambió la fisonomía de las mujeres y las llevó a los extremos de la feminidad después de que Gabrielle Chanel las hubiera liberado de absurdos encorsetamientos.
En los tiempos en que nosotros vivimos, la moda y la realidad sociocultural, se dan por primera vez la mano y caminan juntas. En estos tiempos oscuros y tristes que vive la vieja Europa, de recortes y austeridades, y en los que ni siquiera las grandes potencias como EEUU son ya poderosas, la moda Dior se ha vuelto lánguida, sin vida, triste y austera cuando en las propias bases de la casa, en su código genético, viene impreso todo lo contrario.
La Alta Costura ya no sirve para soñar sino para subrayar que no es tiempo para el exceso ni para la opulencia ni muchos menos para la fantasía, la Alta Costura parece haberse convertido en un telediario de Ana Blanco, monotemático, lineal y gris.
Raf Simons, el relevo de Galliano al frente de Dior, ha presentado estos días una colección de Costura sobria, fría, con prendas preciosas, maravillosamente confeccionadas por las petits mains de la casa, en las que no hay atisbo de elementos superfluos que puedan distraer la atención de por dónde van los tiros en la nueva estrategia. No hay ni un solo complemento y sólo he visto un par de gargantillas además de unos guantes transparentes bordados que parecen ser la única concesión de Simons a lo superfluo.
Imagino que es parte del plan y que no hay ningún fleco suelto, lo que me pregunto es si piensan vender miles de vestidos de novia o si pretenden convertir en best seller alguno de los vestidos de cocktail que hemos visto sobre la pasarela, en la que por cierto, no he reconocido a ninguna buena modelo. Por lo visto también están con recortes en el casting pero se han comprado con lo ahorrado un buen trozo del decorado de El Señor de los Anillos.
¿Pero y que pasa con esas mujeres chinas, jaquesas, hindúes, brasileñas o peruanas que quieren epatar a sus amigas con sus vestimentas? Las chinas ricas, las brasileñas millonarias, las jaquesas forradas y las peruanas mega millonarias ¿tragarán con las prendas de Dior o se dejarán seducir por lo obvio de Elie Saab, el romanticismo del nuevo Valentino o caerán una vez más en el clásico atemporal de Chanel? Sólo el tiempo lo dirá, pero una cosa quiero que tengáis clara, cuando ya os hayas acostumbrado al Dior pan sin sal de Simmons, cuando hayais aceptado que está ahí para quedarse, cuando hayan aniquilado vuestra fantasía, un buen día os levantareis de la cama y leeréis en Tuiter que lo han echado a la calle y que le ha sustituido Suri Cruise, y ese día recordareis mis palabras de hoy.
por Lucio Chiné