¡Qué exposición!. Pequeña pero fascinante, os pongo en situación, años 30, Segunda Guerra Mundial, máxima opresión para todo artista. Nilcholson, artista británico, va a París a conocer a Mondrian a su estudio. Queda absolutamente fascinado con lo que allí vió y tanto Nilchonson y su esposa le sugieren que se mude a Londres con ellos, allí los nazis no tenían ningún tipo de autoridad, así que con la ayuda del matrimonio, Mondrian se traslada en 1938 al barrio de Hampstead, en el norte de Londres, siendo vecino de ellos.
Aquí empieza un periodo de creación para ambos artistas increíble, llegando a crear sus mejores obras, y es que llevaron durante esta década una vida paralela a lo que se refiere a su obra, ambos se centraron en el arte abstracto, cada uno a su manera.
Mientras Mondrian creó toda su serie de Blue, Red and Yellow con líneas negras paralelas en todas las variantes posibles, Nilcholson, obsesionado también por la geometría, otorgaba a su obra de profundidad. Además conseguía esta característica en obras completamente blancas, creando líneas con sombras gracias a los diferentes niveles de los que se componía su obra.
Esta etapa acabó cuando Nilcholson se mudó a Cornwall, lugar conocido por la cantidad de artistas que tuvo durante esa época y Mondrian cambio Londres por Nueva York, dejando atrás lo que el consideró su segundo hogar y a sus mejores amigos.
La exposición se centra en esta relación paralela, comparación de obras que iban creando a la vez, la vida que tenían en común durante esos años, cartas, fotos, una amistad, de las que pocas quedan…
Si además le añades que en esta galería, la Courtauld Gallery, situada en Somerset House, hay obras de Van Gogh, Cezanne, Monet, Manet, Gaugin y Modigliani, se convierte en el lugar perfecto donde poder pasar una mañana entera, que fue lo que yo hice.
Después de este consumo de calorías, nada mejor que ir a reponerlas a Covent Garden, que está justo enfrente, y callejeando, llegue a Primrose Bakery (42 Tavistock Street, WC2E 7PB). ¡Qué sitio más lovely por Dios!, si hasta las que trabajan allí van vestida a lo pasteleras años 50, y el sitio es lo más, en tonos pastel, rodeada de pastelitos y un olor a café que te mueres, y allí sentadita me quede con mi doble expresso y mi carrot cake.
Fotos: Carolina Maschetzko