Vicente Romero, el hombre ¿tranquilo?

Vicente Romero, el Chema de «Con el culo al aire», el Tachuela de «Celda 211», el Maquea de «Padre Coraje», el Sarcós de «Crematorio». Actor sevillano de amplia formación e impecable trayectoria en cine y televisión, se asoma a este número de Antonia Magazine para contarnos un poco de sí mismo y de su vida «en la capitá».

Montesquieu decía que la clave del éxito se encuentra en parecer loco y ser sabio. ¿A ti esto te ha servido?
Yo creo que hay que ser muy sabio para parecer loco, y decirte que sí que me ha servido sería una presunción de sabiduría que no poseo.
La verdad es que la mayoría de las veces es más fácil parecer tonto y llegar a serlo aunque luego se te pase.
Montesquieu, en su máxima, refleja, a mi parecer, una idea frívola de la locura y una concepción del éxito muy mundana.
Claramente el éxito, sea cual sea la percepción sobre este, requiere de una constancia y una dedicación y convencimiento fanático en cierto modo.
Tomando como idea de éxito la capacidad de cumplir sueños puedo decir que estoy dichoso por mis metas alcanzadas y que no hay que menospreciar el factor suerte en la consecución del éxito, aunque hay que estar bien instruido para aprovecharla.
Respecto a la locura puedo constatar que me han tildado muchas veces de loco aunque nunca coincidieron en el diagnostico final. Puedo contar como anécdota que mi madre a la tierna edad de seis o siete años me llevo a un psiquiatra de la seguridad social para cerciorarse de si su hijo estaba loco. Tras las titubeantes palabras: “venimos porque el niño es un poco nervioso”, la psiquiatra comenzó el escrutinio. Pero puedo dar fe desde este soporte digital que no estoy mucho más loco que cualquiera de los que este leyendo estas líneas.

Han sido muchos años de trabajo, un premio de la unión de actores y el respeto de la profesión. ¿Nunca hubo un momento en que te planteaste tirar la toalla?
Muchas veces. La idea del éxito no deja de estar unida al fracaso. El éxito está construido sobre múltiples fracasos.
La fragilidad del oficio de la interpretación, el oficio de cómico, es tal que nunca sabes cuándo vas a volver a trabajar. Esta situación puede llegar a ser insostenible. Y otra consideración a tener en cuenta que cualquier oficio artístico está ligado a un prejuicio de que no es un verdadero oficio.
Aquí es donde el éxito se vuelve efímero y se pasa verdadero miedo. La gente suele preguntar: ¿qué tal ahora de descanso no? Pues no. En paro mire usted.
Otra idea por la que nunca abandoné este oficio es el convencimiento de que pertenezco a él. Como dice la canción: El que nace pa martillo del cielo le caen los clavos.

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De la ESAD de Córdoba salieron grandes figuras como Luz Valdenebro o, la chica de moda, Inma Cuesta. El CAT de Sevilla también ha dado grandes profesionales. ¿Perteneces a ese vasto grupo de artistas que emigraron a las ciudades en busca de una oportunidad? ¿Por qué? ¿Qué tiene el sur de malo?
Digamos que pertenezco a la misma generación o entorno generacional. Antes otros como Antonio Dechent, Manuel Morón, Ketty Manver, Pedro Casablan… ya pululaban por escenarios, películas y series producidas en Madrid. Posteriormente se produjo una explosión de talento donde florecen multitud de actores y actrices que hoy por hoy pertenecen de una manera muy palpable al panorama audiovisual actual. Esto se debió un rico terreno abonado, en un momento donde Sevilla, Cordoba, Málaga eran un hervidero de escuelas, salas y espacios de todo tipo. Había formación, información, osadía, ganas y posibilidades. Cultura teatral.
Y por ahí ando yo poniendo la oreja.
Luego muchos y muchas nos vinimos a Madrid ¿Por qué?
En mi caso yo al principio también lo veía como una emigración. Claramente la industria se encontraba en Madrid y Sevilla o Málaga o Córdoba no podían ofrecer un volumen de producciones que permitiera vivir de este oficio por lo que había que buscar un sitio mejor. Podía optar por el teatro pero el sistema de subvenciones, salas giras etc…dependían de muchos factores ajenos a la creación artística y tampoco daba para comer todos del mismo plato.
Pero con el tiempo me di cuenta que el hecho de venirme  Madrid tenía un carácter de disidencia, de exilio y que me hubiera ido de Sevilla aunque hubiera tenido un buen trabajo porque cada vez soportaba menos la dificultad para desempeñar mi oficio: las trabas, los prejuicios idiosincráticos y ole, los políticos-tecnicos a los que había que convencer para recibir unas subvenciones de carácter leonino, esa condescendencia pretenciosa de que si uno trabaja es porque le están haciendo un favor, esa “corriente de pensamiento”, donde los que no piensan que el arte y la cultura no sirve para mucho, pero adorna eventos del partido político de turno, piensan que no sirve para nada y la desprecian, cercenan y desarbolan. Ambas especímenes coinciden en un denominador común: la magra retribución que ofrecen.
 Así que cuando tuve la oportunidad, me hice mercenario y, como Moliere, me vine para trabajar en la corte.

Y te encontraste un Madrid…
Con mucha gente, gente de toda clase, de todos los colores y de todos los lugares de España y del mundo buscando sueños en una urbe sucia y destartalada con olor a resaca de gloria imperial y movida madrileña.
Un Madrid tumultuoso y cosmopolita que me sorprendía y me hacía reinventarme.

Cuéntanos alguna anécdota divertida de esos primeros años en la capital.
En una de mis mudanzas fui a una tienda de chinos a pedir cajas de cartón para empacar mis cosas. Mi contacto con el mundo “tienda de chinos” había empezado siendo sorprendente debido a que de pronto de no haber visto un ciudadano chino en toda mi vida pasé a toparme con una proliferación de tiendas de alimentación y todo a cien regentadas por chinos.
La tienda a la que acudí a por cajas era una tienda de alimentación en la que yo sabía que tenían cajas.
Entré y una señora que parecía una versión china de Bernarda Alba, sentada en una silla y flanqueada por un chico chino joven me miró inquisitivamente y me dijo algo en chino que entendí era una pregunta. Yo le hable, describí en voz alta, gesticulé, que quería cajas para hacer una mudanza.
Tras una deliberación rápida en su idioma la mujer me vuelve a mirar y tras una pequeña pausa dramática dice: treinta elos señalando tres cajas de cartón de pan precocinado.
Tras un momento de asombro y una décima de segundo de indignación me empecé a descojonar.
La mujer parecía indignada y regateaba bajando el precio de las cajas mientras yo me reía cada vez más. En un momento dado parecían muy enfadados y el chico empezaba a ponerse amenazante y echando mano de mi repertorio sevillano me salió: que tleinta eulos ni tleinta eulos. Tequiere í ar carajo chino… Y me fui echando leches pues la cosa se estaba poniendo muy tensa. Fue cuando descubrí dos cosas: que las tiendas de chinos eran un terreno misterioso y que en Madrid todo vale dinero.

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¿Considerar que un triunfador es aquel que puede vivir de lo que le gusta es osadía, utopía o conformismo?
Puede ser osadía, nunca utopía y conformismo solo para los aduladores del éxito mercantilista y materialista.
Cuando la consecución del éxito tiene más que ver con la felicidad que con el poder creo que es más sana.

En Con el culo al aire, encarnas al director de un camping (un poco cabroncete, por cierto) donde el común denominador es la supervivencia. ¿Te consideras un superviviente? ¿Hay algo de Chema en Vicente?
Si. Me considero un superviviente y estoy en proceso de confiar en el ser humano. Chema y yo opinamos lo mismo

La falta de poder adquisitivo, ¿aleja a la sociedad de la cultura?
La falta de dinero aleja hasta la compasión de la sociedad.
Lo que aleja a la sociedad de la cultura son aquellos que consideran la cultura como un privilegiado bien de consumo solo al alcance de unos pocos.
El ataque a la cultura empieza por el ataque a la educación. La educación es la antesala de la cultura y el arte, donde se forman razón y sensibilidad y conocimiento.
Claramente convirtiendo la cultura y la educación en bienes de consumo en vez de un derecho fundamental lo único que se logra es la alienación de una gran parte de la sociedad y a incrementar la tremenda polarización entre pobres y ricos

El Consejo de Ministros mantiene el IVA en los teatros en el 21% mientras que baja al 10% el aplicado a la adquisición de obras de arte. ¿Conoces algún rastrillo donde encontrar un Miró o un Picasso de ocasión? ¿La cultura es para todos?
En Ribera de Curtidores hay un marchante gitano que tiene varios. Gracias por contarme lo del IVA.
Reitero lo dicho antes. No. Pero debería serla.

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¿Te veremos sobre las tablas de un teatro o de momento prefieres la pequeña pantalla?
Espero que me veáis en todo tipo de formatos audiovisuales y teatrales. No soy escrupuloso.

¿Qué libro estás leyendo ahora?
«El abuelo que saltó por la ventana y se largó». Si a alguien le apetece, es la historia de un “triunfador”.

Imagina que el genio de la lámpara te concede tres deseos. Pide, pide.
Si el genio de la lámpara me concediera tres deseos tardaría mucho en decidirme sobre los dos primeros. El tercero lo tengo claro: Que me conceda otros tres.

El triunfo de las personas debería medirse por el esfuerzo y la energía que se emplea para conseguir las metas, y eso es, posiblemente, lo que te ha hecho tan grande. Gracias por tu tiempo.

Por Zäpp Amezcua

[Imágenes: ZIMBIO]