Querida jefa, querida Antonia madre, queridos lectores todos
Caer en el manido ‘qué te puedo decir que no te haya dicho ya’ no aporta nada en esta ocasión porque resulta bastante obvio que aunque hay muchas cosas que decir-decirnos, el resultado de todo esto debe verse en actos y palabras que actúan, no en frases hechas. Este Welcome Back es para quedarse. Antonia es importante, lo fue y lo ha sido mientras no ha estado. Yo tengo mi propia percepción de las cosas y para mi Antonia no era un magazine más, y la mejor forma de explicar por qué es contarlo.
POR QUÉ ANTONIA ES IMPORTANTE PARA BALBINA ARIAS
Además de la introducción, en la que queda patente que Antonia emocionalmente es muy importante para mi, hay dos principales motivos. El primero, por el cual la conocí: porque creyó en mi. Porque me apoyó en mis inicios de la mejor forma posible: exigiéndome. ‘Será un placer hablar de Balbina Arias cuando haya algo que contar’. Y lo hubo, me puse las pilas para que lo hubiera (me pusiste las pilas). Pero quiero ser un poco más poética con el segundo.
Y el segundo, sencillamente es porque haces falta, Antonia. Esto se ha echado todo a perder los dos años que no has estado. Nos hemos sentido desangelados. Y fíjate la que se ha liado. Hasta tal punto que hasta la gente de Balenciaga ha perdido la perola. Antonia no lo hubiera permitido, estoy segura. Por eso hacías falta. Ahora te vuelves más importante porque hay que arreglar ésto. Como conmigo, Antonia pone el punto en su sitio, se atreve. Contradice o da la razón pero con argumentos. No escucha solo por escuchar ni trata de ser bienqueda. Antonia dijo ‘basta’ a eso y se echó al barro. Y cuando te fuiste nos dimos cuenta que echarse al barro estaba bien. Estar con Antonia, leer a la Antonia era como ese ratito en el que se te pasa la borrachera, te llega la sobriedad y te das cuenta de lo que hiciste anoche poniéndote las manos en la cabeza mientras te miras en el espejo pensando en ese momento bochornoso en el que le hacías ojitos al más feo de la pista y que seguro acabará colgado por las redes sin tu permiso. Pensando en que te mereces esa cara de Belmez que se te ha quedado en el reflejo, y que lejos de avergonzarte, que si, te lo mereces. Por haberlo permitido. Por haber sido borrego y haberte dejado.
Y es que así andamos Antonia. Llevamos un plan muy malo en todos los sentidos. Somos muchos los que lo vemos, lo sentimos, lo sufrimos; pero a veces nos comportamos como una panda de inútiles que nos dejamos llevar por los guays de la pandilla aunque sepamos en el fondo que algo no funciona. Te fuiste Antonia, y así nos quedamos. Empezamos a beber y a divertirnos de forma inconsciente porque era lo fácil. Pero ni yo ni ninguno, en nuestros momentos de sobriedad hemos dejado de pensar en ti, porque no queríamos seguir viendo al feo de la pista como un bombón; algunos con mayor o menor acierto hemos intentado dejarlo. Curas, rehabs, regímenes y fuerza de voluntad; atisbos a veces, recaídas, pero te prometo que lo intentábamos. Por eso te echábamos de menos, para que nos atizases en el trasero con la katana cual Beatrix Kiddo al pequeño niño que se cree yakuza y no ha pasado aún de tercero de la egebé. Que sí, que hay que llamar a las cosas por su nombre, y si el chico es feo y no tiene gracia, es feo y no tiene gracia y de verdad que no pasa nada. Si a mi no me gusta pues no me gusta y lo digo. Seguro que a otro sí le gusta y encontrará su media naranja en otra pista de baile pero no aquí conmigo por muchos ojitos que me haga. A mi no-me-gusta.
Yo por lo menos respiro aliviada sabiendo que vuelves. Ahora me tomo además más en serio mi sobriedad.