Vamos a empezar con un cliché: viernes 17, Madrid. Arranca la Cibeles Madrid Fashion Week.
Es el día de «los novatos». Bueno, no sé por qué los llaman novatos, porque aparte de acumular bastante experiencia a sus espaldas, alguno es «repetidor» en estas lides, como Maya Hansen (que recibió el Premio L’Oreal a la mejor colección de El Ego) o Beba´s Closet.
Un día agotador, con desfiles dobles cada dos horas. Aunque hay que reconocer que lo que agota no son los desfiles, lo que agota son las esperas.
Hay quien «echa el día» haciendo cola en L’Oreal para que la pinten, le hagan las uñas; haciendo cola en GHD para que le alisen el pelo (es curioso ver a toooodas las chicas con el pelo lamido saliendo a las 21:00 de Cibeles), tomando café Nespresso (al 4º empiezas a levitar); bebiendo cerveza light en el stand de Cruzcampo (y haciendo cola en el baño después, claro); comiendo chocolate Milka... Puedes aguantar las 2 primeras horas, pero después estás francamente hasta las narices.
NOTA PARA LA ORGANIZACIÓN: está muy bien anunciar a bombo y platillo lo de que Burguer King patrocinaba El Ego, pero no he visto ni una hamburguesa en el recinto, y a fé mía que más de una la hubiera necesitado, porque la delgadez extrema en las niñas (no digamos ya las modelos) sigue de moda…
Hombre, también te puedes acodar a la barra del mostrador en la zona de prensa, y departir amigablemente con esos fotógrafos de la vieja escuela, que lo mismo te dicen que los «fotógrafos de hoy en día no valen para nada, con tanta cámara digital, que ya los querrían ver ellos con una de las antiguas» que te cuentan sus batallitas en el Mundial de México del ’86, que se pasaron «borrachos de tequila todas las noches» (sic).
NOTA PARA LAS LECTORAS, hay tres profesiones que atraen como un imán a los tipos más detestables del planeta: informáticos, taxistas y fotógrafos, por ese orden.
Dentro del desfile puedes ir de profesional, cámara en mano, con lo que las azafatas te mandan a la zona de fotógrafos, esa zona oscura (por la luz y porque todos van vestidos de negro de pies a cabeza) en la que puedes escuchar berridos y enfervorizados olés cuando aparece una transparencia, un bikini o un mínimo short en la pasarela… O puedes disimular, sentarte en la zona de prensa y después sacar tu cámara. En esa posición privilegiada tienes una visión más cercana de cómo se desarrolla el desfile, puedes ver las prendas (y los acabados), y, lo más importante, observar al personal.
Lo mejor de un desfile no es la ropa ni las modelos, lo mejor es el público. Sin duda lo más divertido e interesante. Fans entregados, familiares, fashionistas, aprendices de Mario Testino (aunque realmente les mole el rollo Steven Meisel), y también periodistas especializados, como Carlos García Calvo, al que vimos en primera fila del desfile de American Pérez, a pesar de ponerlos a caer de un burro en su blog Grand Class para YoDona. Será para hablar con propiedad.
Colores suaves de verano y líneas sencillas y agradables (Beba’s Closet); tonos neutros y lazos estratégicos (Bohento); prendas pictóricas y arriesgadísimas -y un tanto imponibles- para el ropero masculino (Esther Lebrato); transparencias y formas orgánicas (Cati Serrà); estilo étnico y formas escalonadas (Cruz Castillo); vuelta al tricot y los tonos pastel (Maria Ke Fisherman); plisados, drapeados, combinación de tejidos, formas casi arquitectónicas (Diana Dorado); volantes, toreras, estampados de su padre y su madre, un mix de todo vale y lo combino a ver qué tal (American Pérez), del que quizá se salven los minivestidos en dos tonos.
En general El Ego fué una sucesión de trabajos bastante ajustaditos al nivel. Off de record se comentaba que no se podría destacar nada en especial, excepto una cierta dejadez en los acabados de alguna de las prendas presentadas, y la ausencia de propuestas realmente novedosas.
En mi interín pensé que Dolce&Gabanna habían dado el pistoletazo de salida al despropósito en la combinación de estampados (con su famosa mezcla de leopardo con lunares), porque lo de American Pérez, el leopardo, los cuadros y los collares étnico/africano es puro daltonismo.