Más grande que la vida

En estas fechas en las que nos enfrentamos a tantos excesos, aunque creo que para la mayoría de los españoles estas van a ser las Navidades más austeras de sus vidas, me he visto otra vez después de más diez años, frente a un cineasta que muchos podrían llamar excesivo: Leos Carax y su película Holy Motors.

Seamos justos, la palabra «excesivo» tiene connotaciones un poco desagradables, hace pensar en que hay cosas de más, en lo que sobra. En el caso de Leos Carax, creo que no es la palabra más acertada para describir su desborde creativo. Hay una expresión en inglés que siempre mi hizo mucha gracia «larger than life», más grande que la vida. Creo que esa sí es una definición que se ajusta a Holy Motors.

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Reconozco que puedo llegar a estar entre los receptores de tomatazos cuando digo sin tapujos que Holy Motors me gustó. Veamos, es una película rara a propósito, que podría calificarse de incoherente (yo creo que no lo es), con una historia prácticamente absurda, con imágenes que causan desconcierto, por momentos artificial, por momentos hiper realista. O sea, tenía todas las papeletas para que no me gustara. Pero me gusta.

Holy Motors va de un hombre, Monsieur Oscar, que montado en un limusina blanca recorre durante un día las calles de París para acudir a diferentes citas, encontrándose con personas totalmente distintas.

¿Nos suena a Cosmópolis? Por suerte no. Amo a Cronenberg con toda mi alma y me encanta Don DeLillo, peor no sé que pasó ahí. Quizás la maldición de Robert Pattison.

El caso es que Monsieur Oscar, para sus citas, se caracteriza adoptando diferentes personalidades y transformándose en otras personas. No voy a entrar en detalles sobre las historias en particular por si alguien que lea esto prefiere ver la película primero. Lo único que quiero destacar es que cada una de ellas tiene su propia identidad y que es imposible imaginarte lo que viene después.

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Gran mérito de esta película, que se podría llamar experimental, es del actor Denis Lavant, también protagonista de las anteriores películas de Carax, Los amantes del Pont-Neuf y Mala Sangre. Pocas veces en mi vida he visto a un actor cambiar tanto de una secuencia a la otra. No hablo solo del aspecto físico, con prótesis, maquillaje y vestuario que se coloca a si mismo delante de nuestros ojos. Lo interesante es el cambio desde la interpretación, la forma de caminar, de hablar, el comportamiento. Al margen de la opinión que merezca la película, no se puede negar el talento y la versatilidad de Denis Lavant.

Holy Motors no es solamente friquismo. Cada uno de los fragmentos contiene provocación. Violencia y sexo, claro, pero también crítica social. El fragmento que más difusión ha tenido en los medios a nivel imagen, en el que sale Eva Mendes, es una crítica al mundo de la moda y la frivolidad. Atención a las inscripciones de las lápidas del cementerio, al fotógrafo y su séquito, a la modelo y su actitud.

La secuencia del «padre» y la niña adolescente, llena del resentimiento y las pequeñas cuotas de maltrato que puede haber dentro de una charla cotidiana de familia.

Las partes de desdoblamiento del personaje, sí Denis Lavant duplicado, también dejan una reflexión sobre la dualidad de la realidad y al ambivalencia de los actos violentos.

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Y para rematar, un musical con Kylie Minogue, que me sorprendió gratamente actuando bien, en una secuencia conmovedora y romántica. Para mí, que además siempre pensé que Denis Lavant se parece a Nick Cave, la parte con Kylie tiene una cuota agregada de friquismo que me hizo mucha gracia.

Eso por nombrar solo algunas de las pequeñas historias que forman este viaje.

En fin, ya sé que Holy Motors entra fácilmente en la bolsa de películas raritas que mucha gente a priori decide no ver. También, por las mismas razones, en la otra bolsa de películas igualmente raritas que queda súper guay decir que te molan muchísimo. Me da igual. Creo que Leos Carax es un director y escritor con cosas para contar, que utiliza el lenguaje audiovisual como un artista, rompiendo moldes, estirando la verosimilitud y explorando formas narrativas.

No es casual que prácticamente la primera imagen de Holy Motors sea un cine en el que todos los espectadores que llenan el patio de butacas están dormidos. Quizás sea hora de que abramos los ojos.

Inés González.