De la mano de Pep Antón Nieto, el Teatro de La Latina se inunda de comedia. Pero esta vez no nos encontramos con una comedia convencional y llena de topicazos como nos venimos acostumbrando por desgracia. No, esta vez parece ser que la apuesta por la comedia negra va ganando posiciones frente al tedio que soportamos en muchos teatros de la capital con tantas producciones ignominiosas y absurdas que denominan comedia. Puaj
Fernando Tejero y Pepón Nieto dan vida a dos dispares hermanos que intentan resolver con más o menos tino el final de su madre moribunda. Contado así puede parecer excesivo, pero de eso se trata la comedia negra, ¿no?. Una madre con ya demasiados años, una embolia, una gripe y muy pocas ganas de morirse; un hijo cercano a los 50 con una mujer posesiva y medio calva, una empresa que se hunde y una jubilación que se aleja, que se aleja; otro hijo de 42 que la cuida, la baña, la peina y casi la mata (a la de la embolia); una testigo de Jehová que los visita cada miércoles; muchas libretas y pocos ahorros; una casa que hay que vender.
En ese encuentro nocturno, los dos hermanos se darán cuenta de que su madre es prescindible por completo y que su muerte será la llave que abra definitivamente el cerrojo de sus vidas. Para esa consecución, la puesta en escena nos abre el interior de una casa de clase media donde hay cabida incluso para los muros exteriores que impiden un balcón con vistas. Pepón y Fernando sacan todas sus armas para conseguir que el público los desencasille de esos personajes televisivos que tantas risas han despertado y que tan famosos les han hecho con más o menos suerte.
Como era de esperar el éxito ha sido rotundo. La pieza despide un trabajo de dirección impecable donde no se ha dejado escapar apenas un detalle, incluso en las transiciones, aunque el ritmo se pueda llegar a perder en ocasiones. Recomendada
Zäpp Amezcua