Voltaire decía que el secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo. Curiosamente eso es lo que sucede en nuestra vida cotidiana cuando todo es demasiado abstracto o cuando tenemos que soportar la soporífera losa de la evidencia. Dicen que las cosas que aburren son aquellas que han sido desprovistas de su esencia, que las personas que aburren son aquellas que viven exentas de pasiones y arrebatos. Y fue precisamente un arrebato lo que me hizo dirigirme a Nudo Teatro para poder buscar ese “aburrimiento” entre sus muros, una pieza que Juán Gomez nos presenta en Madrid tras su andadura por tierras argentinas y que, sinceramente, estaba deseando ver.
Aburrimiento Chair es una pieza fuera de lo común, con un trasfondo tan atrevido y trascendental como el mismo sentido crítico de lo que somos. Una obra de teatro puede resultar tediosa y anodina, pero ¿qué sucede cuando extrapolamos ese mismo tedio a la vida misma?. Gómez nos lleva al patio de butacas de un teatro donde se es partícipe de un experimento global que nos hace ver hasta qué punto dotamos de significación a las cosas y hasta qué punto desmerecemos la propia atención. Pero no hay que tomar las cosas muy a la tremenda; este viaje al subconsciente viene acompañado de una clave de humor agil y sana, que emana de las actrices a golpe de improvisaciones inteligentes y ante todo energía. Los estallidos de risas y los aplausos espontáneos se suceden a la par que se suceden los reflejos de uno mismo
Creo que la mejor crítica que puede hacerse de esta puesta en escena es la que hacemos sobre nosotros mismos. Juan Gómez ha sabido ver la importancia de analizar un espectáculo desde el punto de vista del mayor y más mordaz crítico: el público. Se puede decir que este espectáculo se ha podido concebir desde el sentir de aquel que ha estado durante muchos años en uno y otro lado, de la necesidad de contar aquello que muchas veces, por esas absurdas convenciones de la sociedad del buen comportamiento, no se cuenta y queda enganchado en un clavo en el rincón más insospechado de nuestra conciencia. Por último añadiré que no cuenten con aburrirse, para eso ya están los musicales horteras de ya saben donde. Más que recomendada
Zäpp Amezcua