Ya se que tocar la temática homosexual en el mes de junio, cuando el mariconeo y la fiesta se dispara con el Orgullo gay, puede parecer recurrente. La homosexualidad en el teatro, por desgracia, suele estar personificada en maricas estereotipados hasta reventar sin mayor función que la de hacer reir o comercializar absurdos clichés. Atrás quedaron personajes llenos de sentido como la Irina de Secun dela Rosa en el Homosexual o la capacidad de expresarse en su paso por el Alfil. Y de repente me topé con Hielo, en Nudo Teatro, una pieza que llamó mi atención y que me habían recomendado insistentemente. Me parece escandaloso que no se haya hablado demasiado de esta pieza tan buena; por desgracia en un circuito periodístico lleno de palmeros y veneradores de figuras televisivas esto es normal.
Hielo nos presenta a Reinaldo Atxaga, un muchacho homosexual cuyo gusto por las paginas de contactos gays, lo que actualmente se conoce como “cybercerdeo”, es bastante más que notable. El joven trabaja como enfermero en un centro de discapacitados y vive marcado por un entorno familiar vacío y anodino. Su modo de vida se basa en la ausencia de sentimientos o la represión de los mismos, en la separación entre cuerpo y alma; hasta que aparecerá guiado por una música en una habitación oscura… y entonces todo cambiará
El inmenso cúmulo de sensaciones que pasan por el cuerpo hacen que resulte complicado empezar a describir lo que uno se puede encontrar al sentarse en la butaca. La puesta en escena parte de un negro absoluto y sofocante abriéndose a la luz con una escenografía en “U” que me hizo recordar “Las Manos”. Nos encontramos ante un monólogo desgarrador, interpretado por Roberto Morales y bajo la dirección de Ángel Málaga. A pesar de los fallos técnicos propios de la mala suerte, Roberto nos transmite esa angustia que vive Reinaldo, escupiendo sentimientos presos de su propia desdicha, con una interpretación correcta y verosímil. Ángel Málaga juega con las penumbras y el audiovisual centrando los diferentes actos en un espacio reducido que acrecenta la sensación de asfixia que Reinaldo siente. Definitivamente es una pieza que te tiene enganchado desde el primer momento y que no recurre a los tópicos ni a los convencionalismos. Está más que demostrado que pueden existir personajes en el ámbito de la homosexualidad que tengan un mensaje más allá de la propia sexualidad. Señores, les felicito, ha sido un trabajo correcto
Zäpp Amezcua