Aquellos que ya habían disfrutado de un espectáculo de Mika vendían tan bien el concepto de «buen rollo y felicidad» que transmitía
no engañaban absolutamente nada, la realidad es que Mika consigue contagiar un entusiasmo y positividad que en pocos otros conciertos, como en los de Delafé y las Flores Azules, se puede conseguir. Le pude ver y disfrutar cual niño pequeño con una piruleta en La Riviera de Madrid ante un llenazo dentro de los Vodafone Yu: Music Shows.
Presentaba el disco The Origin of Love (Casablanca, 2012) tercer trabajo de su carrera y quizás el que menos ha llegado al público por su escasa promoción, que gana puntos en un directo donde no se dedica a monopolizar todo con el mismo. El viaje musical pasa desde Relax take it easy hasta We are golden por todos los álbums, sus temas más conocidos, cambiando otros pasándolos de baladas a tiempos más rápidos y viceversa y todo acompañado por una banda que encaja a la perfección vestida con un estilo París principios del siglo XX y una decoración sacada de la feria de abril.
Hubo momento para la pausa entre tanto salto del cantante libanés con dos temas: Stardust, que fue reconvertido en balada para la ocasión, y Underwater en la que pidió la colaboración del público cerrando los ojos y cantando con él bajo la oscuridad.
La apoteosis fue la recta final que se dio el pistoletazo de salida con Big Girl (you’re beautiful) y a partir de ese momento fue canción tras canción que te invitaba a bailar y darlo todo, Celebrate, Grace Kelly, o Love Today en ocasiones entre pelotas gigantes que salieron de la nada y con una apoteosis final de confeti que parecía que íbamos a morir sepultados por él, aunque eso hubiera sido una muerte dulce en toda regla.
Sí, Mika sabe cúal es el secreto de la felicidad: uno de sus conciertos.
Por Fernando Bajón