Me llaman bollera por leer el Esquire
Que sí. Que lo veo en su cara. Me miran de reojo. O miran la revista, me miran a mí, y miran de nuevo a la revista. Y si no me lo llaman a la cara, al menos lo piensan.
Me gusta Esquire. Sí, ¡qué pasa! Me gusta cómo está compuesta (deformación profesional), me gustan los contenidos, me gusta como está escrita…
Que sí. Que lo veo en su cara. Me miran de reojo. O miran la revista, me miran a mí, y miran de nuevo a la revista. Y si no me lo llaman a la cara, al menos lo piensan.
Me gusta Esquire. Sí, ¡qué pasa!
Me gusta cómo está compuesta (deformación profesional), me gustan los contenidos, me gusta como está escrita… Pero hasta su claim de portada me pone una etiqueta: «la revista inteligente para hombres interesantes». ¡Ah, vaya! que soy un hombre interesante. Deber ser por eso que me miran raro en el autobús. «Está claro -pensarán- pelo corto, chupa de cuero, gafas de aviador…». No sé cómo no les hacen dudar los taconazos de 12 centímetros y mis labios en rojo (siempre, por favor). Probablemente eso les despiste un poco.
Quizás sería más «natural» verme con una de esas que dicen «cómo rizarte el pelo con las planchas» o «¿Tienes el rostro redondo? Aprende a maquillarte». Pero es que no.
Y mira que las he leído, y las seguiré leyendo (cosas del trabajo), pero me aburren tanto…
Mañana vengo con una de coches, decidido.
M. Morgan