Comer en… No-Do

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A mi medio melón y a mi nos encanta celebrar el aniversario cenando en un restaurante chulo, fundamentalmente previa recomendación porque no es una fecha en la que apetezca terminar tirándote de los pelos y con la etiqueta de ERROR en la frente. Queríamos este año apostar por la cocina fusión y tras mirar en varios sitios nos decantamos por una recomendación de una amiga: El No-Do.

antoniamagazine-gastro-nodo01A mi medio melón y a mi nos encanta celebrar el aniversario cenando en un restaurante chulo, fundamentalmente previa recomendación porque no es una fecha en la que apetezca terminar tirándote de los pelos y con la etiqueta de ERROR en la frente. Queríamos este año apostar por la cocina fusión y tras mirar en varios sitios nos decantamos por una recomendación de una amiga: El No-Do.

El restaurante No-Do se encuentra en la calle Velazquez 150, muy cerca de la glorieta de Lopez de Hoyos y está regentado por el chef Alberto Chicote. El sitio muy fino, con su hilo musical, su decoración minimal y su atmósfera de diseñador de interiores con matrícula de honor. El primer problema que nos encontramos fue la falta de privacidad, las mesas estaban tan juntas que la conversación con tu interlocutor debe reducirse en un 80% si no quieres que el resto del restaurante se entere de lo que hablas. Yo entiendo que cuando un restaurante triunfa quieran intentar acaparar más volumen de clientes, pero esto de estar hacinados y cenar como abejas en un panal ya me parece hasta ordinario. Siempre quedará la llegada del buen tiempo, ya que abrirán la terraza con su jardincito zen, donde puedes estar la mar de a gusto y alejado del resto del enjambre.

La carta del No-Do hay que decir que es fantástica. La apuesta es la cocina mediterránea fusión con la japonesa. Si, habéis oído bien. Entre todos los platos me decanté por una tempura de verduras, que de haber sabido la cantidad la habría pedido para compartir; toda una torre de Babel de verduras en tempura de la que tuve que dejar la mitad por excesivo. Entre los primeros también encontramos diferentes tipos de Sushi, incluido de presa ibérica y algunos otros que no pudimos probar. Entre los segundos nos deleitamos con la anguila asada en kabayaki que fue visto y no visto y un pescado en papillote transparente que quitaba el “sentío”. Un verdadero volcán de sabores mezclados y regados por una carta de vinos bastante extensa con buenos blancos de Rueda, Riberas del Duero, navarros, franceses, italianos, etc. Cantidades generosas y servicio rápido. Y si aún te queda espacio para el postre, la tarta de chocolate caliente o el sorbete de mascarpone son la apuesta más solicitada (palabras del camarero) y entendemos la razón.

antoniamagazine-gastro-nodo02Aparcar en el No-Do no es tarea sencilla, tocará otear los alrededores o venir en transporte público los que sean más ecologistas… o más bebedores. Si indicaros que en este momento el restaurante está cerrado por reformas y cuando lo abran, que lo habrán dejado monísimo, no olvidéis reservar previamente si no queréis daros el viaje en balde.

No recomendado para ir de cena romántica ni para aquellos amantes de la confidencialidad. El restaurante es bastante exclusivo pero, para mí, no es nada cómodo. La cena te sale por unos 50€ y la materia prima es de primera calidad de verdad. Buena relación y trato con el cliente. Bastante aceptable.

Zäpp Amezcua