Aunque no nos lo creamos, cuando llega enero, eso de «Año Nuevo, Vida Nueva» está en el aire. No podemos evitar pensar en que este año haremos todas esas cosas que no nos hemos dignado a hacer con la llegada de cualquier otro mes. Probablemente esas resoluciones de año nuevo no lleguen a nada, como suele pasar, pero sí es importante ese momento de balance, de tratar de ponernos las pilas y cambiar eso que nos molesta tanto de nosotros mismos.
El cine está repleto de ejemplos de nuevos comienzos. Se suele decir que, en cine, una historia comienza cuando uno plantea: esta es la vida de fulanito el día que… algo cambia. Es cierto que hay muchas películas que tan solo cuentan un día cualquiera de fulanito. Pero también hay infinidad de otras que tienen por tema justamente ese momento de cambio.
En general, hay dos tipos de cambio. Unos vienen de afuera a revolucionarnos la existencia y nos obligan a tomar decisiones, pero sin que ello cambie necesariamente nuestra forma de ser. Los otros son los que, al margen del disparador, los provocamos nosotros, hartos de la realidad o de nosotros mismos y necesitados de un nuevo comienzo. Ese cambio interno, que inicia el personaje, generalmente a raiz de un acontecimiento, para redireccionar su vida, es el que muchas veces genera una gran historia, digna de ser contada.
Me gustaría hablar de unas pocas películas que tratan el tema de iniciar una nueva vida, pero no necesariamente desde el punto de vista convencional.
Una que me encanta, y que es una de mis películas favoritas, es 25th hour, o traducido literalmente Hora 25, o como se la llamó aquí La última noche. Perdón por la multiplicidad de títulos, pero me encanta el significado del número 25, esa primera hora del día siguiente al que el protagonista está transitando. Esa hora cuando su nueva vida comenzará, porque es cuando ingresará en prisión. Esa hora número 25 está constantemente presente a lo largo de las 24 horas del día que se cuenta en esta película de Spike Lee. En esas pocas horas, Monty, Edward Norton, tendrá que reconciliarse con su presente. Se replanteará la relación con su novia, con sus amigos, con su padre. Incluso con su perro. Pero lo más importante, se enfrentará a si mismo en la gloriosa secuencia de «fuck you» frente al espejo, y se planteará que lo llevó a donde está y quien es el responsable. Es muy triste que algo tan grave como terminar en la cárcel nos obligue a querer comenzar de nuevo, pero algunos personajes necesitan eso, expiar culpas y volver a nacer.
También es un hecho terriblemente dramático el que obliga a Hank, el personaje de Billy Bob Thorton en Monster’s Ball, a dejar de ser el policía paleto, represor, estricto, misógino y racista (una joyita, vamos), para convertirse en un ser humano más tolerante.
Para ir en otra dirección completamente diferente, George Simmons, Adam Sandler en Funny People, también decide a raiz de una noticia sobre su salud, que cambiará su forma de ser. Dejará su aburrida vida de apático comediante millonario y estancado, para recuperar sus inicios como stand up y volver a sentir el amor a su profesión. También intentará recuperar a la que fue la mujer de su vida, pero con quien la cagó. Todo con la ayuda de Ira, un comediante novato interpretado por Seth Rogen. Lo curioso de esta película es como se desencadena todo. Parece que va a ser una historia convencional, pero no lo es en absoluto.
Para terminar este breve recorrido, el clásico universo en el que los personajes se plantean cambiar su vida: la mafia. Lo que tiene la mafia es que no hay manera de salir, y además muchas veces ya naces dentro. Es un tema clásico, como lo ilustra la famosísima frase de Michael Corleone en El Padrino III: «Just when I thought I was out… they pull me back in». («Justo cuando creía que estaba fuera… me arrastran otra vez dentro.»)
Eso mismo también lo sufre Al Pacino, pero esta vez como Carlito Brigante en Carlito’s Way (Atrapado por su pasado). El pobre tipo sale de la cárcel, quiere iniciar una nueva vida, pero no hay manera, su pasado de mafioso portorriqueño lo tiene más preso que el correccional. Muchas veces no importa cuanto lo quiera el personaje, volver a empezar es algo que no está sólo en sus manos.
La vida también es así, ¿no? Podemos tomar la decisión de cambiar, de hacer las cosas de otra manera, pero no siempre depende de nosotros que la cosa funcione. Afortunadamente, lo que sí depende de nosotros es tomar la decisión, tener la voluntad de cambio y hacer todo lo que esté de nuestra parte para lograr lo que nos proponemos. Este Año Nuevo, brindo por eso, por atrevernos a tomar la decisión de cambiar.
Inés González