Hacía tiempo que sobre las tablas no se trataba el tema del horror de las guerras, un tema que casi parece tabú o se materializa en forma de comedia mediocre en el mundo del teatro. Por una vez la escena se viste de crónica negra, de realidad enmarañada, de pestilencia en estado puro. Eduardo Fuentes dirige a Juan Díaz en Caso 315, una sorprendente propuesta que llega a la Sala Mirador, Centro de Nuevos Creadores y que estará en cartel hasta el próximo 24 de abril.
Juan Díaz pone en jaque a la industria del espectáculo con esa pieza fuera de lo convencional. Un joven soldado se pierde en Nicaragua, en una selva atestada de mercenarios a mediados de los años 80. Su lucha por la supervivencia ante el horror de la guerra se descubre como una exclamación ante una realidad sangrienta y cruel. Las secuelas que dejan las torturas por las que pasará el soldado tejerán un presente tormentoso donde el futuro sólo tiene cabida en la locura y el silencio
Para aquellos tan escépticos como yo que huimos de los cabeza de cartel televisivos tengo un mensaje: Hay que joderse. Si, hay que joderse con los prejuicios que tenemos muchas veces y que no nos hacen ver más allá de nuestras narices. Lo que se presentaba como una pieza interesante y reivindicativa interpretada por un actor cómico de esos encasillados hasta el día del juicio final se convirtió en un texto agresivo a la par que tedioso (y válgame la dicotomía) dirigido con acierto e interpretado de maravilla. ¿Cómo iba yo a pensar que Juan Ruiz era un comediante con tanto potencial?. Definitivamente acabo de cambiar mi opinión por este señor actor, que ha sacado partido a esta obra con un trabajo desgarrador, lleno de energía y verosimilitud. Y como de desgarros emocionales hablamos lo diré, si, que se joda la industria.
Venir a la Mirador esta vez, me ha permitido un encuentro cara a cara con la humanidad en su simpleza, una humanidad sin adornos que se materializa en un monólogo carente de escenografía … porque no lo necesita. No apta para fanáticos de los musicales absurdos de las grandes calles ni de los seguidores de Don Mendo, para eso ya están otros teatros con un criterio, seguramente, diferente al nuestro.
Zápp Amezcua