Tanto en el maravilloso mundo de los deshollinadores en general, como en el de los mozos escobilleros en particular, solo hay una cosa de la que, indubitablemente, podemos tener certeza año tras año;
me refiero al incontrovertible hecho de que una vez que llega el verano, automáticamente llega la fruta, y puesto que el verano ya ha llegado, creo que en un ejercicio de responsabilidad institucional, deberíamos no entrar a valorar qué es lo que es o no es el que no se agache, porque de ese particular ya hay suficiente doctrina filosófica que ha tratado el asunto en profundidad, sin tapujos, ni paños calientes, vaya… ¡como es debido!
Pero lo que sí deberíamos hacer, y para eso estoy yo aquí con el gracejo y donaire que me caracteriza, es ponernos manos a la obra con la crítica de series de televisión que, con británica a la par que flemática puntualidad, os ofrezco a modo de sincero presente mes tras mes, mis queridas Antonias.
Para escribir sobre la serie de este mes antes tengo que hablaros de «Netflix«. «Netflix«, por si todavía queda algún alma cándida y pura que viva aislada en su pequeña atalaya y no sepa de que va la vaina, es una plataforma que ofrece contenidos audiovisulaes en Internet por streaming (series y películas básicamente) a cambio de una suscripción mensual que varía en función del tipo de paquete contratado, vamos, para entendernos, «Netflix» es a las películas y las series, lo que «Spotify» a la música.
Y os estaréis preguntando… ¿Por qué tanto interés en ilustrarnos sobre una plataforma de este tipo? ¿Es que acaso el bueno de Casquete se lleva alguna suculenta tajada por tan amable publicidad? Pues no, señoritas, es solo que este mes voy a hablaros de «House Of Cards«, la primera serie de producción propia de «Netflix» que, como son mas listos que los ratones coloraos, han dicho… ¿por qué cojones vamos a estar comprando series a Showtime, la NBC, la FOX o la UGT (rama de ferrallistas), si podemos hacerlas nosotros mismos y llevárnoslo muerto? Y así ha sido.
«House Of Cards» trata sobre la vida, milagros y funcionamiento interno de la Casa Blanca y el Congreso de los Estados Unidos de América, desde el punto de vista de los mamoneos, las puñaladas traperas, los pactos políticos antinatura, y ese largo etcétera que adereza con tanta sabrosura la política de alto nivel. Y alguno pensará… ¿otra vez «El Ala Oeste de la Casa Blanca«? No, amiguitos, «House Of Cards» es mas cruda, mas oscura y con una aureola de férreo cinismo que seguro hará las delicias de los mas exigentes de las Calles Génova o Ferraz.
La idea de la serie de por sí ya debería pareceros que tiene suficiente tirón, pero como se que vuestro nivel de exigencia es incluso superior que el de Alberto Chicote por los flamenquines que acompañan el botellín de media mañana, por si eso fuero poco, los muchachos de Netflix han puesto a vuestra disposición como protagonistas de la serie a Kevin Spacey, Robin Wright y Kate Mara, y como director de la misma a David Fincher… ¡ahí es ná! ¡canelita en rama!
Se que muchos me van a preguntar que qué tal anda la serie de tetas y culos, y he de decir que oye, para ser un drama de tema político, que queréis que os diga, no esta mal de choteo, se ven culetes prietos, pechos turgentes y lo que seguro que os levanta la libido a cotas insospechadas, un señor mayor de color negro, que prepara costillas a la barbacoa y que sale en casi todos los capítulos, por insólito e innecesario que pueda parecer, pero en fin, Hollywood es así, y al que no le guste su funcionamiento… ¡que se le seque la hierbabuena! Pues eso, Dios bendiga a América y tal.
Por: Iván Casquete