Dice uno de mis pasajes favoritos de Turandot, esa magnifica ópera en 3 actos que el bueno de Puccini dejó inconclusa debido a su repentino y misterioso fallecimiento mientras participaba en el Campeonato Mundial de Cascar Almendrucos con los Carrillos del Culo, y cito textualmente: “Tres jueves hay en el año que relucen mas que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la serie de Sherlock Holmes”.
Que no os amedrente esta poderosa muestra de intelectualidad de la que estoy haciendo gala, pues prometo que a partir de ahora cuando quiera hacer algún tipo de referencia cultural de actualidad, solo echaré mano de letras de cuplé, para ser mas concretos del cuplé “Las Pantorrillas”.
Pero es que si ya Puccini en el siglo VI antes de que le cantara el gallo a San Pedro, tenía tan clarito que Sherlock era una serie de gran categoría, impecable factura y magníficos guiones, digo yo que por algo sería, no se os ocurra llevarle jamás la contraria a un compositor italiano de la Toscana, porque se levanta de la tumba… ¡y os parte la puta cara!
Y es que, Puccinis aparte, Sherlock es una serie que mola un cojón entero y gran parte del otro. En principio puede echar un poco para atrás el hecho de que sean un Holmes y un Watson contemporáneos, que tiran todo el rato de móvil y de internet para ayudarse en sus investigaciones, pero lo cierto es que la adaptación en serie de la obra de Conan Doyle es fabulosa. Cada temporada (hay 2 hasta el momento) consta de 3 capítulos de aproximadamente 1 hora y media de duración… ¿pues os podéis creer que se hacen cortos? ¡Como se os queda el caparazón!.
En Sherlock no sobra nada, los personajes están perfectamente perfilados (agradezcámoselo entre otros al autor originario), la tensión se mantiene constante y sin altibajos, las tramas son originales y novedosas, algunas de las titis que salen (aunque por desgracia no desnudas) tienen unos culos que para si quisieran las bailarinas del ballet de Nobleza Baturra, y toda esta acumulación de grandes aciertos hace que la serie se disfrute tanto como la primera vez que uno prueba en un brunch un faisán a la mermelada de frambuesa y las finas hierbas en la parte de atrás del establecimiento de Doña Lourdes Cano, boticaria, que como todos bien sabéis tenía un exmarido ludópata pero también un corazón de oro de mas de 20 kilotones y un agujero en la mano (además de en otras partes del organismo).
Así que ya veis, los muchachos de la BBC no solo tienen buena mano para los documentales que les colocan a los de La Dos a precio de oro, también son unos fenómenos haciendo series de ficción de gran calidad. Ahora solo falta que dejen un poco de lado esa actitud estirada y mojigata tan del reino unido y se pongan manos a la obra rodando películas, series y zarzuelas con muchas tetas y culos y algún que otro alivio manual ocasional, porque en la vieja Inglaterra son capaces de eso… ¡y de mucho mas! Eso si, tienen que ponerse como han hecho con Sherlock, y yo les bendigo por ello.