Regresar al Garaje Lumiere es como volver a casa por navidad con la tableta de El Almendro bajo el brazo. Celia de Molina nos recibe con los brazos abiertos en este curioso espacio multidisciplinar que el mes pasado fue escenario de nuestra portada. El Reclamo: Teoría y práctica de los principios mecánicos del sexo, escrita y dirigida por Miguel Angel Carcano e interpretada por Vito Sanz, Juan Martin Gravina, Elena Corredera e Irene Rubio, sustituyendo a Marta Larralde. En esta ocasión, acompañado por una guapísima Giulia Bonnat, Le Garaje Lumiere arropaba una exposición de fotografía que servidor, con sus horas de sueño atrasado y sopor, olvidó anotar. Así que en otra ocasión os hablaremos de más cosas que se hacen allí… que no son pocas.
Una animada cena, dos parejas, el salón de casa de una de ellos, una escalera y una moto. La trama se sucede cuando dos de ellos se quedan solos con la pareja del otro. Es en ese momento en que los instintos más primarios del ser humano florecen y salen a la luz. El ser humano se muestra como adalid de la manipulación y el deseo, como estandarte de sus miedos, inseguridades y debilidades. La infidelidad se hace protagonista mientras que el sexo, con su implícita necesidad, empieza a desplegar una endemoniada fragancia que envuelve a los cuatro personajes. La pieza se divide en dos actos, cada uno correspondiente a la teoría y a la práctica, y un epílogo que traerá un desenlace desternillante.
Realmente la historia que se nos muestra es una historia basada en la imperfección del hombre y la mujer, de su volatilidad, su limitación por la duda y lo políticamente correcto, su capacidad de secreto y ocultación de la realidad… todos ellos principios muy mecánicos. El espectador es como si mirase a través de una mirilla y cotillease los trapos sucios de la vida ajena. Con un texto rápido, fresco y divertido, la pieza se hace quizás un poco corta ya que te tiene dentro desde el primer momento. Fantástico el trabajo de interpretación por parte de los cuatro actores; en una obra que requiere naturalidad y agilidad observamos a una Elena Corredera espléndida, muy suelta y absolutamente creíble. Vito Sanz y sobre todo Juan Martin Gravina (me ha gustado más) resolviendo muy bien la clave de humor. Y finalmente Irene rubio, saliendo magistralmente del paso de los errores de texto (que supone una sustitución, lo sabemos) y que, como sólo sabe hacer una actriz buena, apenas se ha notado. Bravo por todos en la ejecución de este texto que, a pesar de que es previsible desde el principio, nos ha hecho pasar un buen rato. Pasamos por alto el momento escalera, carente de foco y que provocaba que cada dos por tres hubiera un actor que se saliera de escena en la parte de Práctica… que eso queda un poco feo (dirección… hola?).
Cuando una obra de teatro te tiene dentro de la escena desde el principio hasta el final es que evidentemente te la has creído. Y es que es normal, a todos nos ha pasado que nos hemos querido tirar a la pareja de un amigo en un momento dado o nos lo hemos montado encima de una moto o simplemente hemos machacado al mejor amigo de nuestro novio para sonsacarle todas las veces que tu querido o querida te ha sido infiel. Las situaciones cotidianas provocan momentos de risa fácil que nos hacen darnos cuenta de la comicidad que guarda la vida misma. A mí me gustaría poder disfrutar de más obras como éstas y de actores como estos. La misma Elena Corredera reconoce que actualmente a las nuevas generaciones se les presenta un teatro que no son capaces de entender, y no puede dar más en el clavo. ¿Qué sentido tiene enseñar a Quevedo o al Arcipreste de Hita en los colegios si no lo van a entender de la misma forma que si presentamos una pieza como ésta?. Las nuevas generaciones, que no son precisamente destacados por lumbreras o por impulsores de la cultura, entenderían mejor el teatro y llenarían más las salas si ya desde el colegio les mostraran otro tipo de mensaje, más productivo. Pero como para nuestros gobiernos la cultura es un gasto, asistiremos al nacimiento de un nuevo país de borregos. Mañana mismo me compro un cencerro.