Personalmente, el único inconveniente que le encuentro a ser Batman, es que en la Batcueva hay menos cobertura que en el túnel de Despeñaperros, el que está pasando «Casa Pepe».
Lo veo como un inconveniente porque muchas veces te abstraes tanto sin saber absolutamente nada del mundo exterior, que cuando vuelves a la realidad te quedas con el culo torcido de las noticias que te dan. Eso es lo que me ocurrió hace poco cuando mi mayordomo Alfred se plantificó en mi guarida de superhéroe y me dijo: «Batman… ¿sabes que este mes la temática sobre la que va a versar «Antonia Magazine» son las tetas?», a lo que yo, de modo intuitivo, le contesté: «¡Me cago en mi manto!».
Porque como todo el mundo sabe, si de algo entiende Batman, o sea, yo, es de mandrungas. Y es que los superhéroes sabemos lo que vale un peine, tenemos muchos tiros pegaos y, en mi caso, al tener mas dinero que el que le alquila la nave donde guarda las monedas de oro al Tío Gilito, las chavalas se me acercan, mas al trote que al galope, para refregarme sus generosas turgencias, no por mi acaudalada situación, sino por el magnetismo de mi apabullante personalidad enmascarada.
Pero a lo que voy, voy. Como firme defensor de los Valores Constitucionales que son garante del Estado de Derecho y las Libertades Civiles, me gustaría hacer una breve reflexión a propósito de los pechos femeninos, fundamentalmente por poner luz y taquígrafos sobre un tema tan escabroso como es el de la amplia gama de tamaños pectoralicios y el oscurantismo que lo rodea, y que tanta desazón causa en todos los humanos en general y en los Oficiales de Primera Ferralistas en particular.
Por ejemplo, cuando se habla de sujetadores y se particulariza en el tamaño de la copa, me quedo sorprendido al ver que se habla de Copa C, Copa C, Copa Logaritmo Neperiano de la raíz cuadrada de Y griega cuando tiende a infinito, pero en ningún momento se tiene en cuenta la Copa Turbo, que se corresponde con el tamaño de los pechos que, de monumentalmente ingentes que son, no caben en un Renault 5… ¿a qué se debe esta flagrante e inadmisible omisión? ¿quien se está beneficiando de este chanchullo?.
Por otra parte… ¿que ha sido del consenso al que llegó la comunidad científica en lo tocante al sistema métrico internacional que se estableció durante mediados del siglo XX, acordando que, en lo que se refiere a tamaños, se debería tomar punto de partida sin retorno, mi cabeza? Porque era un sistema bien sencillito para, cuando una jovencita iba a comprar un sostén (o como dicen en la versión doblada en latino de mi serie de los 70, un brasier),que la dependienta preguntara… ¿que talla tiene usted señorita?, y de ese modo unas dirían: «Como la almendra de Batman», otras aseverarían con firmeza: «Más grande que el perolo de Batman», y el tercer grupo sería tajante al decir: «Algo mas pequeñas que el melón de Batman».
Imagino que, al vivir como vivimos los tiempos de la tribulación, esto quedó en agua de borrajas, pero que conste, queridas Antonias, que Batman hizo todo lo que pudo por solucionaros la papeleta de la compra de sujetadores que tantos desvelos y sinsabores os provoca cuando tenéis que ir de compras. Así soy yo, no tengo na mío.
Por Iván Casquete
(Wonder Woman, una colegui de Batman que también tiene problemas con el ‘suje’)