«Nunca, bajo ninguna circunstancia, pienses que eres más que nadie»
Dice Giselle Bundchen que eso le dijo su padre un día, cuando aún era una adolescente, y había sido arrogante y soberbia con una compañera del colegio.
Esta máxima debería ser el mantra diario de muchos.
Debería ser el mantra de los que piensan que, a igual labor, los hombres deben cobrar más, sólo por ser hombres.
De los que creen que por llevar corbata y tener un despacho (que no es suyo, sino del dueño de su empresa), son de una raza superior a la que le vacía la papelera a diario.
De los que afirman que por haber nacido en un país, tienen más derechos que los que vienen de otro en peores condiciones que el suyo.
También debería ser el mantra de los que piensan que «son artistas», y su trabajo vale más que el de los demás.
En se respeta tanto el trabajo de cada colaborador, que pondríamos en los créditos a la señora de la limpieza, si no fuera porque se hace en modo teletrabajo, y cada uno limpia en su casa cuando le da la gana o el tiempo.
Lo respetamos tanto tanto, que aunque nos toque las narices que siga en los créditos quien no lo merece, lo seguimos manteniendo, porque el trabajo de uno SIEMPRE debe ser respetado y acreditado, por muy poca clase que demuestre. No lo llamaremos más, no lo recomendaremos. Con eso nos parece más que suficiente.
Esa actitud de «yo soy el artista» no conduce a nada bueno.
Toda labor artística es fruto del sujeto y del creador. Me explico: un fotógrafo no puede decirle a la modelo «yo soy el artista, tú sólo posas», porque entonces podemos decir también que esa Canon maravillosa que tiene entre las manos es la que realiza la mayor parte del trabajo, él «sólo le da al botón», y el Photoshop, los filtros que le han pasado los colegas y los trucos que se ha descargado de internet hacen el resto. Es lo que tiene la era digital, que cualquier moderna con una IXUS y un flickr hace exposiciones y se cree Helmut Newton.
Creo que no está de más explicar al gremio que la obra pertenece tanto al creador como al sujeto reflejado en ella, y que sin la connivencia de ambas partes, NO PUEDE SER MOSTRADA, bajo ningún soporte ni en ninguna circunstancia, ya sea para uso privado o comercial.
Que infravalorar el trabajo ajeno conduce directamente a que todo el mundo te tome por lo que eres: alguien tan inseguro de su propio talento que quiere aparecer en solitario, no vaya a ser que el otro le haga sombra.
¡Hala, qué a gusto me he quedado!
Bueno, y después de las bofetadas sin manos vamos a por el número.
Nuestra camiseta de este mes se va a Córdoba: esa Pepa tan salá que no para de darnos ideas, una en toda regla, se la ha ganado. ¿Que qué pena que sólo demos una al mes? Qué le vamos a hacer, no tenemos patrocinadores que nos mantengan (eooooo… a ver esos cracks del márketing y la comunicación: somos un filón ¿no os dáis cuenta?), y hacemos lo que podemos. Sacamos regalos de debajo de las piedras. Hacemos producciones de vídeo y fotografía tirando de amigos y talento… Esto es así. Una locura… ¡pero es tan divertida!
El bolso de Gaultier ya tiene nombre: and the winner is… «RANANA» nuestra suscriptora nº 156. Ya nos hemos puesto en contacto contigo a través de email, pero si no puedes acceder a él, mándanos un correo a concursos@antoniamag.com, para poder tomarte los datos para enviártelo.
En cuanto a las novedades, observaréis que al principio de cada artículo hay un botón para acceder al sumario del número. Es algo que nos habéis pedido: un sumario con todo el contenido de cada nueva . La página de créditos de cada número acreditará a los colaboradores y hará a su vez de sumario, para que así podáis acceder a los artículos de números pasados fácilmente.
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