Pues ya está aquí la Navidad. Y como nosotros somos profundamente católicos de ir a misa con toquilla (esto es por moda y no por creencia, por hacernos fotos en la salida de la iglesia cruzando las piernas y poner en el pie de foto “Toquilla de Isabel Marant para H&M” y subirla a Instagram) pues la celebramos.
Pues eso. Que no. Que no nos engañemos. Lo que nos gusta de la Navidad es lo que nos gusta de las embarazadas, poder ponerte hasta arriba de comida y justificarlo con algo: “Es que es Navidad”, “Es que estoy de 7 meses”.
Seamos realistas. En el fondo todos llevamos un asesino en serie dentro, una persona mala, ruin, miserable, que disfruta haciendo el mal, una pequeña Ana Botella que habita en nuestro interior. Así que os propongo que dejemos de lado la hipocresía, las sonrisas, los “Cuñada eres lo mejor que me ha pasao” y los “Estos calzoncillos de Abanderado de la XXL son mis favoritos. Gracias por el regalo”… celebremos la Navifuck. ¿En qué consiste? Pues en joder al prójimo, básicamente, y como a los españoles eso de joder al prójimo nos encanta, desatémonos.
¿Qué alguien te dice “Feliz Navidad”? Te paras. Respiras. Le dices: “Te lo agradezco. Pero soy Cienciólogo y nosotros no celebramos la Navidad. Siéntate un momento que tenemos que hablar” y suéltale un sermón sobre los beneficios de comerte la placenta de tu mujer, háblale de Xenu el dictador de la Confederación Galáctica, dile que necesita quererse más, dale un papelito y apunta en él “912 09 21 70” y dile que llame y que le van a ayudar. Cuando hayas terminado dale un beso en la frente. Probablemente a esa persona se le quiten las ganas de ir felicitando las Navidades por ahí…o eso, o se hace Cienciólogo, que también es una buena manera de joderle la vida a alguien. Ya hemos sembrado la semilla del mal.
Otro tópico de Navidad: las comilonas. Nos ponen la comida en la mesa y parecemos concursantes de Supervivientes, nos lanzamos a por los langostinos, percebes y langostas como si nos fueran a dar la inmunidad. La del pobre, antes reventar que sobre. Y ves a tus familiares devorar como si no hubiese un mañana mientras tu los miras como el que miraría a la Niña Pastori comiéndose un plato de caracoles. ¡Acaba con esto! Organiza una Nochevieja Vegana con sopas que no saben a nada, un montón de tofu prensado con forma de pavo y de postre polvorones de soja. Y el día de Navidad, ¡nada de aguinaldo! Vales descuento del supermercado y del McDonalds.
Y el día de Reyes, para concluir, líala parda… A tu hermano, el futbolero, regálale una Barbie de colección (si, valen una pasta, pero la cara de ciervo deslumbrado por las luces de cruce en una carretera nacional valdrá la pena), a tu madre algo para la casa (si tu madre nunca te ha dicho “A mi cosas pa la casa no me regaléis” no has tenido madre), pero ¡ojo! No una Thermomix que es el equivalente a la PlayStation4 para madres, la Yaomix, la de los chinos, que en cuanto la enchufas saltan los plomos. A tu hermana la que quería algo de marca, una camiseta con la cara de Montserrat Caballé en el anuncio de la Lotería, que eso si que marca y para toda la vida. A tu padre, ese pobre señor que siempre recibe regalos de mierda porque los buenos se los haces a tu madre, regálale un álbum de fotos SOLO con fotos tuyas con tu madre y titúlalo “EDIPO. EL ALBUM”. A tu sobrina pequeña, la que quería todas las Monster High, un collar de macarrones hecho con tus manitas y a tu sobrino que se moría por la PlayStation4, un sudoku electrónico (un regalo más triste que comer folios).
Igual al final de todo esto no consigues cambiar las tradiciones, ni nada, pero al menos te habrás pegado las Navidades de tu vida. Por cierto, ¿hasta cuando se felicita el año nuevo? Si tu no ves a alguien hasta el 7 de febrero, ¿le tienes que decir “Feliz año nuevo”? A ver si podéis ayudarme con esto…
JLFROMTHEBLOCK