Fue la última sentencia que solté por estos maravillosos lares, en un número en el que se me propuso dar rienda suelta a hablar de precisamente eso: fetiches. En el más amplio sentido de la palabra y como concepto personal que me he apropiado, adaptándolo más allá del significado literal. Como expresión que adoptas, no en plan coletilla, sino como una manera subjetiva de hablar.
Hubo un antes y un después de conocer a quienes están detrás de todo esto. Y tras este parón necesario, la vuelta resulta vital y encima coincide con otras etapas. Me reestreno en abril, mi mes fetiche, como quien canta like a virgin y esto no puede ser mejor. A este paso me reinventaré más que Madonna.
Antonia bonita como, “La Doña” que ilustra este texto, María Félix. Una jaca sin alma, con un carisma brutal que llegó y se fue de este mundo un 8 de abril ( todo homenaje es poco ).
Un fetichazo, un icono que ha inspirado multitud de editoriales de moda, canciones y obras de arte. Fue vestida por los grandes: Chanel, Balenciaga, Yves Saint Laurent, Roger Vivier, Elsa Schiaparelli… Hermès le llegó a confeccionar todo lo referente a su cuadra de caballos en Chantilly, entre ponchos y chaquetas. Inolvidable su idilio con las joyas, sobre todo con Cartier, piezas hechas exclusivamente para ella que son míticas. Conocía las tendencias, sabía de moda, pero huía de lo corriente y tenía claro que ella hacía que luciera, no al revés.
Nada humilde, altanera y con una personalidad apabullante. Poseía un gran carácter que combinaba con una elocuencia asombrosa. Cada frase, declaración o respuesta a periodistas, se convertía en máxima y daba la vuelta al mundo. Es más, mujer, si me lees y estás de bajón o te han tocado la autoestima, haz un repaso a sus frases célebres y te vendrás arriba. Si el término diva requiere unas características, ella las cumplía todas y se inventó más si cabe.
Antonia como ella… locos invencibles, siempre. Huyendo de las tendencias, a veces. Por gusto y profesión las tengo muy claras, incluso las sigo, pero también me las paso por el arco del triunfo, a conciencia, cual divina garza. Eso sí, si me sueltas que sin esto o lo otro “no soy nadie”, huyo como de entrar al Primark de Gran Vía.
El estar harta de leer cómo he de vestir, dónde ir a comer, qué colores, maquillaje o crema usar, qué dieta de moda seguir, pasando por maneras de ligar, hasta llegar al cómo parecerte a “x”… tiene su dulce venganza. Y es querer ser, no ya original o peculiar, porque existe una delgada línea roja hacia la mamarrachez en este tipo de búsquedas, sino auténtica. Y esto no sale en las propuestas de looks de turno y aunque coincidamos en los tips de la temporada, la actitud siempre marca la diferencia. Nunca entenderé eso de “no sé cuál es mi estilo” y lo peor “ayúdame a buscarlo”. Y el santo grial, qué tal. Todo se puede mejorar, pero hay esencias que se tienen o no se tienen.
Esto es lo que pasa aquí. Se podrá hablar de moda, cultura, arte, belleza, música, coexistiendo con las temáticas de actualidad de otros medios o no, pero la actitud nos hace disconformes. Antonia es real como la vida misma. Porque, como la diva de México, Antonia es más cabrona que bonita.