Recapitulemos para los que, empachados de fiestas navideñas, no prestaron atención al primer capítulo y llegan al segundo con la resaca de los petardos que borran sonidos de ayer y acaloran el ánimo para aceptar que ya pasó uno más. Ese relato va de suegra, pero oye no es el típico cuento sobre una bruja malvada que se dedica a entumecer la armonía de tu dulce vida en pareja – bueno sí en parte lo es – sino más bien se trata de la vida de una mujer que se ha puesto el mundo por montera y que, por esas tonterías que hace la casualidad, se convirtió en mi suegra…
Una breve descripción antes de seguir; hija de una muy buena familia franquista vivió los años dorados de la juventud del bando ganador. Su destino transcurría tranquilo según los preceptos de la sección femenina hasta que se vio radicalmente troncado cuando no se le ocurrió otra cosa que dejarse preñar – por un guiri OBRERO del ferrocarril para más inri -después de una noche de pasión en la playa de San Juan… La cosa se puso más negra si cabe ya que el buen hombre no tenía el divorcio de su matrimonio anterior así que después de un escándalo que ni Raphael, la mandaron al país de su amado para amortiguar el golpe mortal asestado al honor familiar. Una vez instalada en el frío norte, se aclimató cual planta de invernadero, procuró ser una mujer amante de su ya por fin marido, se volvió la madre que le parió a mi chico y aprovechando los viajes gratis en tren que le proporcionaba el trabajo de su conyugue se pasaba más tiempo en España que en su casa. Deprimida por la falta de luz al volver a casa, por el dinero por contar sin más ayuda que el sueldo base del pobre Víctor, por el asco que le provocaba la blanducha piel de la gente que la rodeaba – Los belgas habéis nacido mortecinos lo cual resulta aterrador cuando se duerme a vuestro lado, a mi Víctor le despertaba por la noche sólo para comprobar que seguía vivo, estaba tan blanco que parecía un cristo desangrado, casi le mataba del susto pero te aseguro que no le hubiera cambiado mucho el semblante – básicamente provocó el fin de su matrimonio y lo que tenía que ocurrir ocurrió; un buen día volvió de un de sus viajes al dulce, adinerado y soleado hogar paterno y una bien intencionada vecina le contó que Víctor había sido visto en buena compañía y lo peor en su propia casa.
Y aquí empieza el capítulo DOS; cuando mi suegra se enteró de los cuernos y se plantó en el lugar de trabajo de la roba-maridos.
Lo cierto es que cuando mi suegra empezó a sincerarse conmigo, no paró de hablar y yo pues la escuchaba religiosamente, primero porque ella no acepta que la interrumpas y segunda porque literalmente me quedaba sin palabras… esa fue una de las primeras anécdotas de las muchas que me contó, todavía la recuerda casi integralmente;
Ay hija cuando la víbora del nº 59 de nuestra calle se me acercó frotándose las manos como una monja convulsionada y con la cara del Virgen María cuando le contó lo del Santo Espíritu a San José, ya sabes así; entre iluminada por la buena nueva pero con cara de compungida para que se crean que lo siente de verdad, supe enseguida que las noticias eran de las que hacen daño, me dije; Carmencita saca pechos – que siempre los tuve bien en su sitio todo hay que decirlo, yo era de las que provocan atascos – y levanta el moño que esa es una enana resentida que te quiere mal. Y no me equivocaba. Se me coló en casa y me dijo “vecina que conste que me duele darte esta noticia pero entre mujeres nos tenemos que ayudar”, ya te digo, a duras penas escondía la sonrisa de júbilo por darme la estocada, en este momento estuve tentada de contarla que su marido intentó meterme mano el día de nochevieja aprovechando lo del beso por debajo del muérdago – vaya tradición más estúpida por cierto por su culpa hasta tuve que besar a un barrendero que oye no es que tenga algo en contra de ellos porque hacen un trabajo necesario pero no me digas que no, esa gente está mugrienta, pero Víctor insistía mucho en que yo me abra más al populacho y yo le contestaba “pero Víctor esta gente es un foco de enfermedad y si nos trae el escorbuto a casa que tu hijo es de complexión delgada y enferma con facilidad pero él se reía diciendo que eso era una enfermedad de marineros, aún así yo ipso facto me hacía gárgaras con zumo de naranja para prevenir la falta de vitamina C y que no se me caen los dientes”, por dónde iba que me pierdo, ah sí; total que su marido aprovechaba cualquier ocasión para frotarse conmigo bueno lo cierto es que yo era irresistible para él porque ella era como Edith Piaf, físicamente hablando era una birria de los arroyos, por cierto que nunca entendí cómo los franceses que son tan exquisitos se pudieron enamorar de tal forma de ese engendro contrahecho que vale que cantaba con desgarro pero oye yo siempre pensé que tanto dolor traía mala suerte y mira cómo acabó; muerta a los 47 y ni dejó un bonito cadáver como Marylin Monroe. ¿en qué nos habíamos quedado hija?
En que la vecina te iba a decir que Víctor te había engañado…
Ah sí bueno… sí me engañó, no te creas; es duro escuchar que tu marido te ha sido infiel pero en mi caso lo peor fue saber que Víctor se había rebajado tanto… la verdad es que siempre tuvo cierto complejo de inferioridad frente a mí y mi familia y eso era entendible pero yo le animaba diciendo “no te avergüences de lo que poco que eres, alégrate de lo mucho que conseguiste siéndolo” pero aún así Víctor era un orgulloso, fíjate que cuando por fin nos casamos y nació el crío, mi padre me perdonó y nos propuso volver a España, instalarnos en Madrid y que hasta se encargaba de darle trabajo, pero Víctor no quiso, dijo que prefería conseguir sus cosas por si mismo, menuda tontería.. era así, él no entendía que entre gente de nuestra clase sabemos aceptar favores y devolverlos… él era un obrero y no estaba acostumbrado a esas tretas aún así entre nosotras te diré que ése fue el principio del fin de nuestro matrimonio, jamás le perdoné que no me quisiese devolver al lugar donde pertenezco… pero a lo que vamos; la víbora se hizo de rogar, se notaba que tenía ganas de alargar el suplicio así que le dije “Mira o me lo sueltas o te vas que tengo que deshacer la maleta y aprovechar los cinco minutos de sol entre dos nubarrones, quiero conservar el moreno” y me lo soltó todo, dónde, cómo y con quién; me quedé petrificada por dentro, por fuera no moví ni una ceja… la dije “ah y eso es todo, pues te puedes retirar” ella que se esperaba como mínimo un desmayo dado mis supuestas tendencias al dramatismo propio de los latinos de sangre caliente, se mosqueó al ser tratada como una vulgar chacha, me repetía “seguro que estás bien, que vaaaa me quedo contigo para que te desahogues, derrúmbate sin pudor soy tu amiga”… eso fue el no va más ¿AMIGA? – la dije – Allí te equivocas en este país no tengo ya más que un hijo… y me fui a mi habitación sin despedirla ni esperar a que ella se vaya… Una vez sentada en mi cama no fui capaz ni de llorar… la rabia de saberme engañada podía más que el llanto y la humillación de saber que Víctor me iba a dejar por otra me daba ganas de arañarle su cuerpo fofo entero… Tenía que hacer algo… así que ELLA era del barrio, concretamente trabajaba en la tienda de electrodomésticos de la calle del súper, también reparaban… así la conoció Víctor, claro siempre haciendo bricolaje, siempre arreglando cosas en vez comprarlas nuevas ¿lo ves hija? si hubiese sido menos agarrado y nos hubiésemos mudado a Madrid JAMAS la hubiera conocido o por lo menos hubiese hecho lo que todos hacían allí; tener una querida, ¡eso es engañar con clase! Tu mujer sigue siendo tu mujer y la querida es la otra, cada una en su sitio y Dios en la de ambas; pero no, él se quiso quedar y a mí me quedaba asumir que era una cornuda sin recursos NUNCA ME SENTÍ MÁS POBRE. Pero no podía dejarlo así sin más… de repente supe lo que tenía que hacer… Cogí el radio despertador y lo estampé contra el suelo, con todas mis fuerzas, estaba hecho polvo…. Luego me puse los tacones más altos que tenía, un vestido rojo, me hice el moño más tirante del mundo y me pinté como una puerta… iba pidiendo guerra… metí los restos de la radio en un bolso y me fui a la tienda… en el camino me pitaron 3 coches… llegó a la tienda y la ví… me extrañó que fuese tan poquita cosa, estaba como encorvada, y lo peor era descaradamente más vieja y fea que YO… y tu creerás que es un consuelo pero no lo es, porque demuestra hasta que punto tu marido te ha rebajado, una puede entender que su marido se largue con su secretaria de 20 años con los pezones erguidos y el culo respingón pero que te deje por una que podría ser tu madre es MUY DOLOROSO porque piensas MADRE QUÉ MAL LO HECHO SI NO ME PREFIERE A ESTO… es un fracaso rotundo y muy duro de asimilar. Ella me reconoció, supongo que de las fotos que vio en MI casa, no sabía que decir ni hacer, estaba patética y yo regia así que le tiré la bolsa en el mostrador y la dije “USTED, A VER SI PUEDE ARREGLAR ESO POR ESTÁ CLARO QUE PARA MI CORAZÓN NO HAY ARREGLO, USTED ME LO HA ROTO”… ella se quedó paralizada y cuando me di la vuelta la escuché decir muy bajito “pero si él me dijo que usted ya no le quería, yo sólo quiero que él sea feliz porque yo sí que le quiero”. Yo me fui de allí sin mirar atrás y volviendo a casa es cuando pensé por primera vez si lo que dijo era cierto “¿ACASO HABÍA DEJADO DE QUERERLE A VÍCTOR?”
Y ¿¿??
Pues te diré que a fecha de hoy sigo sin saberlo… en fin que me quedaba todo lo peor… la separación, plantearme si quedarme en Bélgica o volver a España, decirlo a mi hijo… impedir a toda costa que mi hijo se haga amigo de ELLA…
Qué dices ¿le impediste a C volver a ver su padre?
No a su padre no pero a ella sí…
¿cómo lo conseguiste si Víctor se fue a vivir con ella?
Muy sencillo haciendo que él vuelva a casa…
Cómo hizo que su marido vuelva a casa… lo veréis en el capítulo tres: CUANDO MI SUEGRA MALCRIO A SU HIJO…
Fdo Cruela domadora de bestias feroces y de suegras en sus tiempos muertos