Músico, multiinstrumentista y productor, el barcelonés Roger Gascon ha liderado bandas como Dunno, El dia de la Barbota y Fizz Moon, y por su estudio de grabación low-cost, Bird with Vertigo, han pasado glorias nacionales como Love of Lesbian.
¿Qué podría interesarle a la que esto suscribe, 80s girl e incondicional de The Smiths, de un treintañero cuya aversión a la década de los ochenta quedó grabada para siempre en este temazo? «Els vuitanta van fer molt de mal» («Los ochenta hicieron mucho daño») gozó de amplio airplay en las radios catalanas durante el 2011 y fue su «pequeño triunfo». Charlamos con Roger, cuyos sueños van desde pisar la luna a estar detrás de los botones del próximo álbum de Franz Ferdinand, de lo que, en su opinión, hace al triunfador.
¿Qué es para ti el triunfo?
Ser feliz.
Te hago esta entrevista porque para mí eres un triunfador: ¿Por qué crees que lo pienso?
Supongo que es porque estoy trabajando como músico y productor, que es lo que más disfruto haciendo… si no, no me lo explico, ¡jajaja!
Ahí pues, el quid de la cuestión. Me da igual que Roger tenga alergia a los ochenta, mi década favorita, porque en TODO lo demás que hace mi sentimiento preponderante es la admiración. Será porque aparte de un fino oído (que me hizo ganar algunos concursos de radio y de discotecas casposas en la por Roger denostada época) y ser capaz de no desafinar en un karaoke, -excepto si hay que entonar «Girls just wanna have fun», que no hay manera-, mi talento musical se reduce a la más absoluta nada. Con lo que me hubiera desmelenao yo en los escenarios, aunque hubiera sido de corista…
¿Un triunfador lo tiene todo?¿Tiene lo que quiere? ¿Tiene lo que necesita?
Está claro que cualquier persona tiene ideas diferentes sobre lo que es triunfar, pero para mí un triunfador es aquél que tiene lo que necesita. El que tiene todo lo que quiere sería más bien un niño mimado, ¿no?
Táchese lo que no proceda:
a) triunfar es ser famoso: Para mucha gente sí, pero para mí no, aunque es cierto que ser conocido puede ayudarte a triunfar…
b) triunfar es ganar mucho dinero: Depende de cómo ganes este dinero. Ganar mucho dinero haciendo lo que más te gusta sí que sería un gran triunfo, pero conseguirlo a costa de tu felicidad, salud o bienestar no me parece precisamente triunfar… y si es a costa de perjudicar a mucha otra gente (todos sabemos a qué tipo de persona me refiero, ¿no?), me parece despreciable.
c) triunfar es hacer lo que te da la gana: Hacer lo que te da la gana puede conllevar la cárcel… o cosas peores. No sería un triunfo, en mi opinión.
d) triunfar es ser el mejor en todo: No, para nada. Esto sería ser odioso.
e) triunfar es no tener problemas: Bueno, es un modo de triunfar, sí… aunque mucha gente lo encontraría aburrido.
f) triunfar es caer bien a todo el mundo: Es imposible caer bien a todo el mundo. Siempre habrá alguien que te odie porque caes bien al resto del mundo.
g) triunfar es tener trabajo, pareja y salud: Falta la felicidad. Si tu trabajo es absorbente, estresante y mal remunerado, tus compañeros te hacen mobbing, tu jefe te odia, tu pareja también… no creo que hayas triunfado, precisamente.
h) triunfar es dedicarse a lo que a uno más le gusta: Sí.
i) triunfar es hacer de tu pasión tu modo de vida: Sí
Conocí a Roger en sus tiempos britpoperos, cuando lideraba la banda Dunno, allá por 2006. De primeras me sorprendió lo impecable de sus textos y su pronunciación: qué gusto oír canciones de 3 minutos en inglés compuestas y producidas aquí pero con estilo de allá que no provocaran chirriar de dientes, dolor de oídos ni impulsos irrefrenables de resucitar las academias Opening. Tras dos álbumes autoproducidos y autopromocionados, festivales, concursos, bolos en Londres y Suiza, mucha diversión y un excelente LP de remixes, pero tristemente ignorados por la industria, Dunno se disuelve, dando paso a la fase «Juan Palomo» de Roger. Para muestra, un botón: su proyecto de fin de carrera, ‘Roger Gascon re-records The Beatles Abbey Road’, en el que grabó él solo todos los instrumentos y voces de todos los temas del famoso álbum de The Fab Four que a continuación mezcló, recibió el premio a la mejor producción en SAE-School of Audio Engineering de Barcelona en 2009. Después vino la sorpresa: unas canciones grabadas por probar, en catalán, y autoeditadas bajo el nombre El Dia de la Barbota, empiezan a sonar en la radio…
¿Qué pasó con El Dia de la Barbota y «Els vuitanta van fer molt de mal»? De golpe y sin comerlo ni beberlo tienes airplay, discográfica y dúo con Santi Balmes, de Love of Lesbian…
El dia de la Barbota, partiendo de que eran canciones que grabé para experimentar con ideas y técnicas de grabación, fue un éxito. No era ni siquiera un proyecto. Sin hacer ningún concierto ni siquiera tener banda, ya había fichado por una discográfica. Luego vinieron conciertos en el Palau de la Música, Razzmatazz 1, Apolo, la explanada del Palau Sant Jordi… y un par de canciones sonaron bastante en la radio. Me lo pasé genial haciendo reír y sonreír a la gente, y toqué en sitios preciosos en los que no había tocado antes. Para mí, es un pequeño gran triunfo.
Mucha gente querría componer, tocar y cantar como tú, sin embargo escogiste la producción y a ello te dedicas desde que montaste tu estudio de grabación. ¿Ese es tu triunfo?
En cierto modo sí. Es verdad que a veces echo de menos los escenarios e interactuar con el público, pero ya lo compenso un poco tocando la batería con varios grupos. Lo que no echo de menos es trabajar duro para conseguir que tu proyecto llegue a la gente, a la crítica, a las discográficas, a los mánagers, a los festivales… y que luego no dependa de ti.
En cambio, producir, si bien es un trabajo menos vistoso, en la sombra, es mucho más positivo. No le falta la creatividad, que para mí es algo esencial. Los artistas a los que he producido suelen acabar muy contentos con el resultado, y esto me hace muy feliz. Y no hay que hacer tanto trabajo desesperante de hacerte promoción y autobombo, que es lo que más odio. El boca-oreja entre artistas hace mucho, por suerte.
¿Es la producción una profesión de triunfadores? Hay pocos George Martin o Phil Spector…
Depende de lo que cada uno entienda por triunfar. Si te refieres a la fama, no. El productor trabaja en la sombra y aporta ideas y conocimientos para que otra persona o grupo pueda triunfar (en el sentido más amplio de la palabra). Si el productor busca su fama propia, dudo que haga bien su trabajo, al menos como lo entiendo yo.
¿Cuál es tu rol en el trabajo de los músicos (bandas o solistas) que produces?
En los solistas, mi papel es instrumentar las canciones que ellos suelen grabar con sólo guitarra y voz. Pensar (y grabar) los arreglos de guitarras, bajo, teclados, batería, etc., para que cada canción llegue al máximo de su potencial, siempre según los gustos del artista. Con las bandas, mi rol es aportar ideas para ayudarles a conseguir el sonido, los arreglos, y las estructuras de las canciones más adecuadas.
¿Buscas el «Gascon sound»?
No, para nada. No me gusta cuando escuchas un disco y piensas «esto suena a tal productor». Para mí, lo importante es la banda o el artista. Es su música, son sus canciones, y es su carta de presentación. En la portada sale su nombre, no el mío, por lo tanto, el disco tiene que sonar a su estilo. Yo haré todo lo posible para intentar potenciar las canciones, pero es muy importante que los artistas las sientan suyas.
Por cierto, «Gascon sound» suena muy mal, ¡jajaja!
¿Cuándo te sientes triunfador en este trabajo?
Cuando los artistas escuchan las mezclas finales y les ves felices. Y si además luego ganan premios o llegan a finales de prestigiosos concursos (como han conseguido bandas producidas por Roger, como Llorer, Bitter o Sulfitos, red.), ¡ya es la hostia!
Bird with vertigo, tu estudio low cost, es:
1) un triunfo,
2) un sueño,
3) una alternativa,
4) algo con qué empezar?
Un triunfo por duplicado. Me permite trabajar haciendo lo que más me gusta, y a muchos músicos les permite grabar su propio disco unas tres o cuatro veces más barato de lo que les costaría en un estudio «convencional» pero con un sonido perfectamente profesional. ¿Qué más quiero?
Por Victoria Salvador