Hablar de tetas no es tan sólo hablar de tetas femeninas. Un «especial tetas» no puede tener pleno sentido si no hablamos de un buen par de tetas masculinas, de esas que hacen reventar los corazoncitos de Instagram (IG para los simplistas). Es inevitable hablar de uno de los pares de tetas más famosos de las redes sociales, el gran Otto Más.
¿Qué tal, Otto?. Menuda presentación, ¿eh? Te podrás quejar…
Pues no me quejo, no, todo lo contrario, a pesar de la poca vergüenza que tengo, sólo puedo decir que me siento agradecido y… sonrojado.
Con el paso del tiempo, tus tetas se han ido convirtiendo en casi un icono en las redes sociales. Chico, es mostrar pezón y la lías parda. ¿Eres consciente del éxito de tus atributos pechiles?
Como dicen los entrevistados célebres, sin ser yo nada de eso, me alegro de que me hagas esta pregunta. Yo siempre he estado muy orgulloso de mis tetas porque antes era plano como una tabla, una huesiloca de manual, vamos, así que cuando empecé a crecer la cosa se hizo evidente, pero de lo del éxito sólo me he dado cuenta hace unos días cuando, hablando con un amigo malagueño, me hizo saber que unos conocidos suyos, al verme en su perfil del Facebook, dijeron «¡Anda, la tetas!», así que debe ser que hay una fama que me precede… y un artículo femenino también, como a las grandes.
Tetas, pechos, pectorales… ¿Significan lo mismo o siempre hay connotaciones?
Entre gayers como estamos, un buen pectoral de hombre son tetas o pechacos. Eso de llamarlos pectorales es una machada hetero, como lo de no darse un par de besos entre tíos por miedo a que te digan que eres marica. Bueno, y de monitores de gimnasio, que son muy profesionales y llaman a las cosas por su nombre.
Además de verte por los gallineros que a veces son las redes, tienes un blog. Y alli, ¿qué haces?
Ay, amigo, de esta pregunta no me alegro mucho. Mi blog lo comencé como una especie de desahogo personal, pero luego empecé a hablar de mil cosas LGTB y creo que lo desvirtué bastante. Llevo un tiempo queriéndolo matar, pero me da pena, así que estoy entre obligarme a seguir con él como empecé, de una manera más personal, o dejarlo morir. Pero la cosa está complicada porque antes no me conocía nadie y podía desfogarme mejor y ahora muchísima gente sabe quién está detrás de Otto y, claro, no mola.
¿Y detrás del blog, quien se esconde?
Al principio se escondía alguien con ganas de contar sus cosas, pero al final Otto empezó a crecer, como mis tetas, y el personaje me está acabando de superar por momentos. De hecho, en Madrid soy más Otto que yo mismo de puertas afuera, algo que muchas veces me fastidia porque la gente cree que ese personaje que se queja de todo, que patalea y toca los huevos soy yo, y no es así. Otto se queja en las redes, en su blog, pero en la calle yo soy una persona tranquila, porque le dejo a Otto quemar la mala leche… Una persona tranquila a la que le encanta el vodka, por cierto.
Dicen las malas lenguas que te gusta la ópera. Cómo es la gente, ¿verdad?
La ópera es una mariconada. Decir que me gusta es un pleonasmo.
¿Crees que si hubieran más tetas en las óperas y las zarzuelas llenaríamos más los teatros?
¡Huy! En los últimos años hemos asistido a un fenómeno maravilloso, y es que los cantantes empiezan a estar buenorros, de enseñar teta, vamos, y se hacen unas producciones fabulosas que estoy seguro de que atraerían a mucho público si supieran que se enseña carne de la buena además de cantar bien, claro está. Ya hay más de un barítono al que se le conoce como barihunk, como Zachary Gordin o Nathan Gunn, que enseñan carne, aunque no tanta como Zachary Stains en la producción de Ercole su’l Termodonte de Vivaldi del Festival de Spoleto, que se pasa un rato en escena cantando como vino al mundo… bueno, pero con sandalias.
¿Qué pasos hay que seguir para hacer un buen selfie?. ¿Mejor con tetas?
Los selfies tienen que tener teta sí o sí. A ver, la cara también se enseña, claro, pero esos cuyos selfies son su cara y su cara y otra vez su cara y su cara son un coñazo por muy guapos que sean… También es posible que, no siendo yo guapo, lo crea así porque mi cuerpo tiene mejor ver, pero vamos, que hay que enseñar más que sólo cara o sólo tetas… cuanto más, mejor.
¿Cuantas propuestas indecentes te han hecho en los últimos años? Aquí somos todo oídos
Pues sólo una, y ya hace tiempo, para hacer porno pero, chico, es que luego te limita mucho para la vida profesional y tampoco es plan, y conste que a mi me parece muy bien que la gente se dedique a lo que quiera en la vida, porno o prostitución incluidos, vamos, pero no creo que la sociedad esté aún preparada para asumir que la profesión de uno no le hace mejor ni peor persona. Somos aún muy hipócritas.
Que te gusta el deporte, es evidente. ¿Existe la vigorexia o es un invento televisivo como los triglicéridos?
Yo siempre pensé que la anorexia era un cuento chino, para que veas lo ciego/imbécil que estaba. No podía concebir que nadie que pesara 36 kilos pudiera verse gordo en el espejo. Yo, como te comentaba antes, era huesiloca, 1’82 y 67 kilos. No me gustaba nada cómo era, así que empecé a cambiar yendo al gimnasio. Ahora peso 83 kilos, sé que tengo un par de tetas buenas, y mis brazos y músculos en general, pero al mirarme en el espejo me sigo viendo, en muchas ocasiones, delgado como con aquellos mis 67 kilos. Es muy desesperante que tu cerebro recree tu imagen real y la deforme, y es más desesperante que te afecte, claro. Es un trastorno real, aunque supongo que, al no generar problemas alimentarios como la anorexia, se puede controlar. Ah, y los selfies, el fotografiarte y verte desde fuera, ayuda a verte como realmente eres, irónicamente, y eso es bien, supongo…
Dicen que el hombre cada vez se cuida más. Hablamos del uso de cremas, las dietas, el kilometrosexualismo, la depilación obsesiva. ¿Crees que es necesario todo esto?
La clave está en las cejas. Las hermanas y novias peluqueras han hecho mucho daño haciéndoles las cejas en plan Marlene Dietrich a sus hombres y eso es mal. Luego está el cuerpo de cada cual, claro. El pelo en la espalda no es que quede muy bien, sinceramente, pero hay gustos para todos e imponer cánones no está muy bien, al menos en lo estético. Luego está la cuestión de la salud y, en ese sentido, creo que el deporte y la dieta (que más que dieta en el sentido de morir de inanición sería más en el de una alimentación correcta, equilibrada y sin demasiados excesos) producen beneficios más que evidentes en la salud y en el físico.
¿Qué cualidades ha de tener el hombre elegante?
Tener modales en la mesa. Ya sé que parece ridículo, pero ahí es donde uno se la juega. Ah, y ser agradable, saber callar a tiempo, sonreír a la gente, dar las gracias y ser discreto, o sea, no ser Otto Más. Ah, y no quitarse la chaqueta del traje durante la comidas y cenas.
Por último, ¿seguirás enseñando pechote por muchos años? Dí que si
Si.
Muchas gracias por tu tiempo, Antonia.
¡Será por tiempo! Gracias a ti, amiga. ¿La copa cuándo?