«Parálisis Braquial Obstétrica”, un aparatoso término médico en realidad sencillo de explicar:
Parálisis=“Privación o disminución del movimiento”;
Braquial=“Perteneciente o relativo al brazo”;
Obstétrica=“Perteneciente o relativo a la obstetricia”.
¿Y por qué se relaciona la falta de movilidad en un brazo con la rama de la medicina que trata de la gestación, el parto y el puerperio? Porque la primera no existe sin la mala praxis del obstetra. Bueno, para ser exactos, un 0’1% de las PBO no tienen explicación, se producen durante la gestación; el resto son falta de pericia médica; aunque yo lo llamaría brutalidad o prisa “porque empieza el partido”.
Helena R. Olmo
“Brutalidad” porque no se produce un daño de los nervios del plexo, que desde la médula descienden a lo largo del brazo hasta la mano, sin que el ginecólogo o matrona que asiste al parto se empeñe en tirar de la cabeza del bebé con una fuerza de más de 40 kilos. ¿Y por qué alguien va a tirar de semejante manera para sacar a un bebé? Porque puede presentarse un problema de distocia de hombros durante el parto. Significa que la cabeza del bebé logra salir pero los hombros se quedan atascados contra la cavidad pélvica de la madre.
Esto, de lo que ninguna hemos oído hablar, es uno de los riesgos más comunes en fetos macrosómicos, aquellos que al nacer presentan un peso de 4.000 gramos o superior. Como, afortunadamente, hoy día existen las ecografías para conocer el tamaño del bebé y las cesáreas para sacarlos sin traumas en caso de necesidad, es fácil evitar el riesgo de distocia de hombros cuando el niño es gigante. Por eso, las PBO, tan frecuentes en siglos pasados, han quedado reducidas aproximadamente al 1 ó 2% de los nacidos en parto natural.
Lo sangrante es que disponemos de la tecnología y los medios para que no se diera ningún caso más. Un porcentaje aparentemente tan pequeño, implica casi 1.000 niños al año con PBO. Un problema que va a condicionar sus vidas, en ocasiones se limitarán a convivir con cantidades extremas de fisioterapia desde el primer día de vida, otros pasarán varias veces por quirófano para reparar las raíces dañadas y corregir las secuelas, los menos afortunados sufrirán daños irreparables que les dejarán mancos de por vida.
Mucho se ha hablado del abuso de las cesáreas y ahora tenemos que cuestionar por qué no se recurre a ellas cuando el feto es excesivamente grande o la madre ha engordado demasiado. Incluso ignorando este dato, cuando se presenta una distocia, hay protocoladas siete maniobras para resolverla con garantías de éxito sin necesidad de recurrir a la fuerza animal. Son de una sencillez pasmosa, consisten en colocar a la madre en diferentes posturas (como a cuatro patas) para desencajar al feto, pero los obstetras ignoran este protocolo que prohíbe específicamente el uso de instrumentos como las ventosas o la famosa maniobra Kristeller, desaconsejada también por la OMS.
Hace dos años yo no sabía nada de esto y dejé que una matrona con sobrepeso me aplastara la barriga (maniobra Kristeller) mientras mi ginecólogo recurría hasta a 4 ventosas para sacar a mi hija… Daniela debía nacer sobre las 20:00h. pero a las 17:30h. decidieron probar suerte, la nena aún no había descendido por el canal del parto aunque gracias a la oxitocina yo ya había dilatado. Suficiente, en caso de que la niña no saliera, la dilatación ya permitía meter ventosas y sacarla a tiempo para ir a ver como La Roja machacaba a los griegos y se catapultaba a la final de la Eurocopa 2008. Con ocho victorias consecutivas en su cesto, un récord que la selección no revivía desde los años 20, era un partido que nadie podía perderse bajo ningún concepto.
En definitiva, entré en paritorio, y bastó un pujo para que el obstetra considerara mi parto algo imposible. La situación se hizo muy tensa, los sanitarios cuchicheaban, mi marido me sujetaba las manos cada vez más fuerte, estaba aterrorizado con la escena; mis gritos por el esfuerzo se escuchaban en toda la planta, empujaba con toda mi alma, la atmósfera se hizo muy pesada y preocupante, ya nadie pensaba con claridad pero al final mi niña salió. Cuando vi la cara de mi bebé, sus labios de color mandarina, ya no vi nada más. El terror que sentí por mi vida y la de mi hija se había ido por fin y me pude abandonar al dolor físico en paz.
Solo al día siguiente nos enteramos de que mi hija tenía “algo” que nadie en el hospital se atrevía a definir. Lógico, llamarlo por su nombre equivalía a dejar en evidencia la negligencia de mi médico: parálisis braquial…OBSTÉTRICA. En adultos, el daño de plexo se produce, sobre todo, en víctimas de un accidente de tráfico, principalmente motoristas. La lesión se llama “parálisis braquial” a secas…
Ahí empezó una lucha de titanes para recuperar los movimientos que nos habían sido arrebatados y denunciar ante el mundo lo que innecesariamente estaba pasando con cientos de bebés cada año. Conocimos a otros padres como nosotros y juntos constituimos ADAYO PBO (Asociación de Ayuda y Orientación – Parálisis Braquial Obstétrica). Desde ADAYO damos soporte e información a cuantas familias lo necesitan. Denunciamos públicamente la mala praxis obstétrica pero, además, informamos a los padres sobre cómo rehabilitar y a qué especialistas acudir para solucionar el problema con éxito.
Ni siquiera los pediatras saben qué hacer con nuestros hijos ni dónde derivarlos. Nos dicen que se trata de una lesión “antigua” que han estudiado en libros sobre Historia de la Medicina pero que ya no conocen casos. A ciegas te mandan al traumatólogo, con suerte al neurólogo; pero ninguno es el especialista de plexo que necesita un bebé con PBO. En España solo hay cinco cirujanos y no dan abasto.
Tanta dilación hasta que das con el especialista adecuado condiciona la buena recuperación del bebé. Dependiendo del tipo de lesión, en caso de recurrir a la microcirugía nerviosa, la edad óptima para hacerlo y obtener resultados casi milagros es a los 3 meses de vida. Los plazos quirúrgicos son muy, muy estrictos y no llegar a tiempo implica renunciar a una buena recuperación, significa dejar el brazo con secuelas de por vida.
Muchos fisioterapeutas mal informados hablan a los padres de las recuperaciones espontáneas y les asustan diciéndoles que no deben tener prisa en operar. Esa decisión corresponde únicamente al especialista de plexo. Solo él sabe cuándo es conveniente intervenir y qué tipo de cirugía debe aplicar. La mayoría de las veces no operan, prescriben muchísima fisioterapia e infiltraciones de bótox, pero si resulta necesario recurrir al bisturí es un tren que deben coger a tiempo.
Las llamadas “recuperaciones espontáneas” se dan el 90% de las veces en casos de PBO. Los nervios del plexo solo han sufrido un pequeño estiramiento, ni se han roto ni han sido arrancados de la médula, por eso en pocos días el brazo se recupera sin más. Si transcurridas dos semanas desde el nacimiento no hay recuperación espontánea, ya no la va a haber. De nada sirve engañarse y esperar a ver qué pasa.
22 meses de fisioterapia diaria y una cirugía paliativa después, Daniela ha sido de las más afortunadas. Su lesión no afectaba a la mano y el resto del brazo derecho está respondiendo perfectamente. Seguiremos en revisiones periódicas hasta que complete su crecimiento, sin descartar otra/s paliativa/s en el futuro y nunca podrá abandonar el ejercicio físico y la piscina. Por lo demás, mi niña hace vida normal y nada limitará o condicionará su futuro, podrá ejercer cualquier profesión o ganar un oro olímpico (probablemente en natación) pero otros niños nos han tenido la misma suerte. ¿Por qué? Porque el día que nacieron había fútbol.
Hasta los de El Hormiguero saben cuál es la técnica correcta…
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