Había pensado empezar este post de una manera mucho más expeditiva (más que nada, por quitármelo de encima prontito). Se iba a titular: «Series de televisión que no veré en mi puñetera vida», y a continuación un listado encabezado por LOST, Gossip Girl, etc etc.
Pero así se nos iba a acabar el invento demasiado deprisa. Y además la política de es no hablar de lo que no se ha visto, así que…
Confieso que las series me las veo porque alguien me las baja de internet. A veces veo las 3 o 4 temporadas de una serie del tirón, durante un fin de semana.
Ni que decir tiene que todas son norteamericanas. Las series patrias como Física o Química o El Internado, dan más risa que otra cosa, lo siento, pero es así. La única que me llama la atención es «Pelotas», y no he podido ver ni medio capítulo desde que empezó la segunda temporada. A esas horas ya no doy más de sí. Y mira que lo lamento ¿eh?, pero no voy a tener más remedio que «encargar» que me la bajen de internet…
Una de las series que me ha sorprendido es Glee. Al principio puede resultar un poco cargante tanto gorgorito, y que todos canten tan bien. Pero después empiezas a descubrir lo oscuro de los personajes. Sí, porque en el fondo todos son seres mezquinos, y hasta las animadoras y jugadores del equipo de fútbol, son en realidad unos perdedores. A su manera, claro está.
La colección de chándals de la entrenadora de las animadoras, es digna de Jamiroquay, y hubiera sido la envidia de los modernos del «Maravillas» hace años.
Y no veas si mola cómo consiguen que vuelvas a tararear horteradas AOR como «Don´t Stop, Believing». Un descubrimiento.
En España la acaban de lanzar, pero yo estoy deseando ver YA la segunda temporada.
2 minutos
y 59 segundos
2 minutos y 59 segundos. Es el tiempo que tarda en verse los primeros turgentes pechos en el capítulo piloto de Californication. Es evidente que solo el título de la serie ya es toda una declaración de intenciones, pero aun así, se agradece que se haga honor al mismo con tanta premura y tal sublime empitonamiento.
Que el protagonista de la serie (Hank Moody) esté inspirado en el personaje principal de las novelas de Charles Bukowski (el Alter Ego del escritor, que tiene mas de Ego que de Alter, Henri Chinaski, apodado Hank) es uno de los aciertos mas apoteósicos de la historia de la televisión.
Un joven escritor, borracho, mujeriego, algo drogainómano y en franco declive (como todo buen escritor) que, si nadie lo remedia, acabará endiñándosela al agujero de la cerradura el día menos pensado, a falta de un sitio mejor donde hacer ese aeróbico a la par que gimnástico ejercicio que es el mete-saca, mas comúnmente conocido como la caidita de Roma.
Si pensáis que el hecho de que el actor principal sea David Duchovny puede significar que al final esta serie acabará versando sobre extraterrestres, fantasmas y misterios sin resolver, en vez de tratar sobre la soledad existencial del escritor contemporáneo y sus desmanes… ¡estáis en lo cierto!, porque esta serie tiene (en el buen sentido) mas tonterías que el salpicadero un OVNI, mas fantasmas (de los que no llevan sábana) que el Palacio de Linares y mas misterios que el dobladillo apespuntado de la gomilla de las bragas de la Tía Tomata, que tan enigmático resulta a los ojos de toda la plana mayor de científicos del CERN en Suiza.
Por eso os digo, queridos lectores, que estoy mas que convencido de que si os perdéis esta serie no solo haréis llorar al niñito Jesús, sino también a la paloma que le sirve de especiero; no cometáis ese error, poneos a verla ahora mismo, porque la verdad está ahí fuera… ¡y esta medio en pelotas!
Ivan Casquete series@antoniamag.com