Prólogo: Dado el temazo propuesto para este número por Super-Antonia, me permito la licencia de remitirme a otro temazo de la misma autora de “La Mala de la película”: La Lupe.
El tema en cuestión no es otro que La Tirana (buscarlo porque merece la pena). Dice así: “Según tu punto de vista yo soy la mala….”. ¡¡Manda huevos!! (perdón, pero es que…..). Os cuento:
Después de horas contándole a un amigo (o eso creía yo pobre incauta…) mis aventuras y desventuras de ese último año que llevábamos sin vernos y, más concretamente la naturaleza de estos, mis escritos, no llegábamos a ninguna conclusión acerca de si todos los hombres son iguales, y si yo era o no feminista.
Yo airadamente le decía que no y parafraseando a Jessica Rabbit, afirmaba que “yo no soy feminista, es que me han dibujado así”, o lo que es lo mismo que una es un producto de su carrera (de obstáculos, por cierto) amorosa.
Por su parte, él: que si hay muchas clases de hombres, que si era que yo la que elegía la misma tipología de cabrones, egoístas y/o cobardes, repetidamente… Vamos que la culpa fundamentalmente era de las mujeres que seleccionábamos mal (¡ya lo creo!). Que él, por ejemplo, era muy sensible y tenía muy desarrollado su lado femenino. Yo en mis trece (¡como no…!): «que no soy feminista leches, que a mi gusta que me traten como a una dama, y que me abran la puerta aunque sea para mirarme el culo, que no voy por ahí quemando sujetadores” (al precio que están y con los estragos que ya he hecho la gravedad en mis treintañeros pechos), pero sí defendiendo la superioridad de la mujer por sufrida y por compleja- retorcida dicen algunos, y mala, añaden otros.
Y ahí estábamos los dos con la sexta cerveza en la mano, cuando en un descuido mi “amigo” al que había yo desnudado mi corazoncito y la atormentada pajarera que tengo por cabeza, me entra. ¿CÓMOOOORR? Una que no es de piedra y menos con litros de alcohol corriéndole por las venas (mujer) no estaba en condiciones de hacer la cobra, y consiente no muy convencida (dado el carácter amistoso de aquella cita), a la par que estupefacta.
Me voy a casa (sola), pensando qué ha significado esto, qué ha pasado. Constantes “¿einhs?” salen de mi boca en el silencio de la noche de la Calle Conde Duque un martes a puntito de acabar el año.
Me acuesto y me levanto pensando en el asunto. Porque fíjate que mi “amigo” tiene un buen currículum (que es como llamo yo al conjunto de virtudes de los hombres en edad de merecer): edad adecuada (esto es una lotería, pero bueno…), bien parecido, inteligente, divertido, con un buen curro (novedad en los últimos meses), aficiones e intereses comunes…, aunque hay algo que no me cuadra… No sé, no sé… A ver qué pasa…
A eso de las 11 recibo un SMS de mi “amigo” informándome de una bonita resaca, que por supuesto compartimos, y de que tiene una novia como una catedral en no sé dónde. Que no debería haberme besado (justo lo que una chica quiere escuchar el día después); que le perdonara y que daba por hecho que pasaba a engrosar mi lista de hombres cobardes…
¡¡¡Efectivamente, cuenta con ello, chato!!! ¡Y encima por SMS! ¡¿Y NOSOTRAS SOMOS LAS MALAS?! Menos mal que una está curtida en estos menesteres y ya no se emociona con cualquier cosa. Contesto que son cosas que pasan y que al fin y al cabo somos amigos (esta vez sin comillas), pero luego y después de un mensaje de vuelta diciéndome que “soy un encanto” (supongo que por no mosquearme), me paro un momento y pienso… ¡lo que soy es gilipollas!
Vamos, que en el diccionario buscas “pito del sereno” y ahí está una foto carnet de la menda lerenda, todo buen rollo y comprensión. ¡Caray con el “amigo”! Pues esta vez la cosa no va a quedar así, y pienso en si convertirme por primera vez en LA MALA DE LA PELÍCULA. Porque yo no he ejecutado ese papel en mi vida.
A ver, quien más y quien menos ha dado calabazas a alguien, pero siempre de una manera sutil e intentando por todos los medio no minar la autoestima ni traumatizar conscientemente a nadie.
Sin embargo, si tuviera que enumerar las veces en que mis amigas o yo hemos sido ultrajadas en este sentido, no habría documento de Word que sostuviera tal escrito. Corneadas, abandonadas por diferentes medios de comunicación tales como el mail o el post it, desapariciones dignas de Paco Lobatón,… Juro que no son leyendas urbanas. Desgraciadamente la realidad supera a la ‘fricción’.
Si yo fuera mala, insistiría a mi amante casado a que deje a su mujercita (como él, a su vez, me insta a hacer), a pesar de no tener muy claro querer tener algo serio con él, y luego le mandaría a freír espárragos cuando viera que me aburre soberanamente; si fuera mala, hubiera dejado a aquel individuo de cuyo nombre no quiero ni acordarme, plantado con un proyecto profesional a medias, a la primera olida de los “cuernos” que me estaban cayendo. Pero una es muy profesional…; y si fuera mala, retiraría la palabra a mi «amigo» por dejarme hablar tanto de mi vida personal para luego jugármela de esa manera tan fea (desde el cariño, “AMIGO”…). Esto sólo por enumerar algunos casos….
Conste que no me estoy poniendo de víctima ni mucho menos…. Pero sí “AMIGO”, somos mejores personas, a pesar de ser tachadas de víboras desde tiempos ancestrales.
Tampoco es que, como dice mi querido hermano y seguro que muchos maromos le secundan, «deberíamos venir con un libro de instrucciones debajo del brazo» (un clásico…). Más bien, éramos unas pobres víctimas intentando sobrevivir a base de inteligencia y -vale, lo reconozco- algo de mala leche a los desaires masculinos, pero eso era antes…
Ahora el resultado de estos desastres es una generación de supermujeres, que no es que sean malas, es que son fuertes, independientes y ya no son las sumisas mujercitas de antaño.
Claro, el cambio es brutal. Acostumbrados como estaban a 2 únicas opciones – sumisa o bruja-, este híbrido mejorado que combina, fuerza, independencia y templanza, les tiene completamente desorientados y lo que es peor, acojonados. ¡Con razón dice mi hermano lo del manual! Antes estábamos cortaditas por el mismo patrón, producto de una educación a todas luces machista. Pero… ay, amigos, ¡la Revolución Sexual! ¿Que vosotros pensábais que sólo iba a ser cuestión de que nos convirtiéramos todas en putones verbeneros (que también) y no, verdad? ¡Pues no!
Al cierre de esta edición no he llegado a ninguna conclusión. Seguiré haciendo «trabajo de campo» para intentar comprender la naturaleza de los desencuentros entre ambos sexos, pero eso sí, siendo cada vez un poquito más MALA. Si empecé con una mujer, La Lupe, me parece justo terminar con un hombre, Joaquín Sabina: “Los besos que te dan las chicas malas, salen más caros cuando los regalan y huelen a fracaso”. Ahí lo dejo….
Epílogo: Mientras escribía este artículo, estuve mensajeándome por FB con mi “AMIGO” que pedía clemencia, ya que no permanecía ajeno al hecho de iba a dar buena cuenta de su actitud de la pasada noche. Por tanto se lo dedico a él y a todos. Por ser fuente (o más bien torrente –muy apropiado-) inagotable de inspiración.
La Trece Catorce
Nota de la jefa: Dinos quién es… parecerá un accidente…