
Entre las sorpresas del viaje, mi chico había reservado plaza para una cata privada en O Château, un lugar reconocido en múltiples guías por sus vinos y sus cursos. Una cata maridada con quesos y algún embutido de Francia. A cada vino le correspondía un tipo de queso, y mientras Remy te instruía sobre la enorme variedad de terroirs, apellations y demás, tú le dabas un trago al dedín de vino que te había servido y un bocado al queso o al embutido que te decía que era el más apropiado para él.