Muchas de vosotras, queridas Antonias, estabais convencidas de que un escritor de mi talla, dedicaría este periodo de ausencia a cultivar sus dotes de oratoria, mejorar su impecable dicción, repasar conocimientos de politología y filosofía aplicada y navegar por el Mar Adriático contemplando el vaivén de las olas mecido por la suave brisa de la inmensidad del océano.