Una vez concluidas todas las citas con la moda y sus ejecutantes en Madrid, cuando por fin nos sentamos a reflexionar sobre lo que hemos presenciado, es cuando hacemos balance de las propuestas que hemos visto en Mercedes Benz Fashion Week Madrid.
Os comentaba hace algunos días que Antonia Magazine es considerada un medio menor, y por ello su acreditación no abarca toda la feria (es una feria, recordemos).
Sorprende ver que otros medios online con la escalofriante cifra de 251 seguidores en Twitter no solo tienen una acreditación completa, sino que se permiten el lujo de reservar dos puestos en la sala de prensa (¡qué huevos!). Líbrenos Cuca de criticar el sistema de acreditaciones, que para eso ellos tienen más información que nosotros sobre quién está detrás de una página. Ellos saben a quien sí y a quien no, por supuesto.
Más allá de la discusión batalla perdida que tenemos cada edición sobre este tema, nos gustaría centrarnos en lo que hemos visto: Davidelfin, Juanjo Oliva, Carlos Díez y María Escoté.
Un fuerte aplauso a los organizadores y al público que acudió al primer desfile del lunes 17, el último de calendario oficial y antesala del EGO. Davidelfin y su corte pueden presumir de su gran poder de convocatoria, porque aún siendo día de cole/trabajo, el graderío estaba repleto, con público hasta en las escaleras. Si para algo dan los desfiles del malagueño son foto de front row. En este caso solo dio para eso, y ya. ¿Merece soltar la pasta para organizar en la pasarela oficial un desfile que no parece más que un muestrario de lo que ha hecho en años pasados? Sería lógico como demostración de marca (si esta tuviera donde venderse…), aunque yo me inclino a pensar que este retorno a MBFW tiene más que ver con los accesorios que llevaban los modelos que con la ropa en si. Veremos.
Asustada ante la posibilidad de quedarme frita cual abuelilla durante el desfile de Hannibal Laguna (me pasó algo similar hace tiempo), me fui a darme una vuelta por ese descampado futurista que es el Parque de las Naciones. Es necesario salir del pabellón a tomar el aire. Si has desechado por insano aparecer en el kissing room («el alcohol es de blogueras» suelo decir, como en broma pero muy en serio), y no has cometido la estupidez de ir medio desnuda y con taconazos por IFEMA (ay, esos looks, antonias, qué incómodos para trabajar), un paseíto para despejarte y ver la tímida luz del sol, es lo mejor que puedes hacer, y así volver a la oscuridad con las pilas puestas, la mente despejada y abierta a propuestas.
Tan animada como el front de Delfín se presentaba la primera fila de Juanjo Oliva. Muchos fieles, muchos seguidores, algunas famosas, y tanto público como en el primero de la mañana. ¿Se habrán convertido los lunes de MBFW en los nuevos «domingos»? O es tendencia o esto se vuelve a animar… Naaaa… Será casualidad.
Juanjo Oliva presentó la línea de prêt-à-porter Elogy, que ha realizado bajo el paraguas de El Corte Inglés, un socio poderoso, tanto por su capacidad de producción como por visibilidad y distribución. Una gran parte de la grada era indudablemente clienta potencial de esta línea, saltaba a la vista. Ese tipo de clienta aspiracional, dispuesta a gastarse un poco más para sacudirse el low cost de encima, pero que está muy lejos de saber lo que es la buena costura. La colección, bonita por cierto, no se correspondía exactamente a la temporada que se estaba presentando en esta edición, excepto por unas pocas prendas, algo que suele pasar bastantes veces en esta pasarela, como si los creadores fueran a presentar su idea y no les importara demasiado a qué temporada está destinada. Estas presentaciones, antaño, se realizaban en los propios centros de ECI. Hacerlo en MBFW desde luego le da algo más de caché, aunque en el fondo la finalidad sea la misma.
Otro diseñador asociado con éxito a una marca es Carlos Díez, cuya aventura con Smile le ha permitido volver otra vez al circuito oficial. Nada malo tengo que decir de Carlos, siempre me ha parecido coherente y fiel a su filosofía, que es la de crear e inspirarse en la calle y en la vida de club, y sus diseños son como él, divertidos y urbanos. ¿Me los pondría? Pues es posible que no, porque soy muy rancia, pero me encanta su ropa y me encanta su rollo.
En cambio, María Escoté cuenta que se pondría todos y cada uno de sus diseños. Si alguno no le convence a ella misma, no forma parte de la colección. Doy fe. Este fin de semana la he visto paseando por ARCO con su bebé, Juan Vidal y un amigo, y lleva su propia ropa. Tan reconocible es, que alguna niña le pidió una foto en modo fan (no, a Juan Vidal no se la pidieron, su perfil es bastante más discreto). La diseñadora es fiel a su propio estilo, llamativo y un tanto extravagante. Su colección para esta edición ha sido una reinterpretación de todos sus fetiches: las llamas, los estampados, las estrellas, los perfectos, y mucha mini. Puro María Escoté.
Mañana, hablaremos sobre El Ego.
Imágenes: IMAGE.NET