[La13Catorce en el Verbena, foto Sofía Royo]
Llego tarde al número de Febrero, dedicado al TRIUNFO (y al AMOR por excelencia), pero no quiero dejar pasar la ocasión para escribir estas líneas…
ESTABA ESCRITO. Me pasé mi primer año de vida encima de 2 barriles de El Águlia (actualmente Mahou. Insisto, estaba escrito) y, alentada por los dicharacheros repartidores, aprendí a hablar a la tierna edad de 9 meses. Los que me conocéis sabéis que desde entonces NO HE CALLADO. No me acuerdo de cuando aprendí a llevar una bandeja, pero sí de que a los 4 años aprendí a abrir botellas de vino en el bar de mi padre. Incluso recuerdo lo que llevaba puesto. Un vestidito de rayas de colores con un cinturón amarillo, por lo tanto era crónica de una vida anunciada: los trapos y los bares. Hubo que probar suerte en ese maravilloso mundo venido a atroz que es la moda para darse cuenta de que la cabra tira al monte, y la sangre a la barra… y a la birra.
Es mi segundo día libre desde que empecé oficialmente la aventura de Verbena, mi bar. Y digo oficialmente porque la gestación ha sido como un embarazo. Con las dudas típicas, las preocupaciones… ¿Será guapo? ¿Será listo? ¿Será bueno? Y yo lo único que quería era que viniera bien y formar una familia, verbenera en este caso. SUEÑO CUMPLIDO. Estoy como una madre recién parida. La palabra AGOTAMIENTO está alcanzando cotas insospechadas e inexploradas, y he recuperado la figura en un tiempo record, como la más top de las top models. Y como una madre primeriza duermo poco y no tengo tiempo ni para ir a teñirme las canas que cada vez son más y aparecen más y más deprisa. Se me está olvidando lo que es comerme la comida caliente y las cervezas frías, pero veo crecer a mi hijo sano, fuerte y querido y eso no lo paga ni el dinero ni mil horas de sueño.
Porque qué es Triunfar? Pues es muy relativo, mire “usté”. Me acaban de caer 36 castañas con mucho gusto y lo que yo pensaba iba a ser un discreto cumpleaños sumergida por completo en la vorágine de mi nueva ocupación, se convirtió en EL DÍA MÁS MARAVILLOSO DE MI VIDA. Sí, sí así os lo digo… Fue como parir y casarte al mismo tiempo. Mis adorados amigos me prepararon una fiesta sorpresa en mi bar-dulce-hogar compinchados con mis padres y hermanos. La guinda del pastel fue ver salir a mi querida Raquelines del montacargas de bar como si de una tarta se tratara, que se cruzó el charco con sus buenos 1300 kilómetros y 14 horas de avión para cantarme el CUMPLEAÑOS FELIZ. ¿Quien quiere a Marilyn teniendo una pelirroja de rompe y rasga? ATÓNITA ME QUEDÉ. Nunca creí ser merecedora de tanto AMOR, pero ¡ea! resulta que SÍ lo soy. ¿Puede haber mayor triunfo que el sentirte incondicionalmente amada por un grupo tan insigne de parroquianos? NO. NO LO HAY.
Es curioso porque, llegando a ciertas edades solemos asociar el triunfo con una carrera ascendente al estrellato empresarial que implique unos cuantos ceros a fin de año, y un novio/esposo devoto y quien dice uno dice dos churumbeles correteando con un par de perros en propiedad en un chalet en las afueras… ¡PERO NO! Las nuevas formas de vida y amor, nos dejan combinaciones sorprendentemente gratificantes, como si de una almodovariana versión de Modern Family se tratara….y una vez más el futuro no es como te lo imaginabas cuando eras una niña o una adolescente, o porque no, una incipiente treintañera. No amigos. Cuando la vida se va pareciendo más a lo que realmente querías que a lo que una vez creíste desear, llega el verdadero TRIUNFO. Sin pretensiones. Disfrutando de lo que tienes y sin lamentarte por lo que no. Así yo ahora tengo: una esposa, Raquelines, el amor de mi vida; Un marido, Ale, el padre de mi hijo, VERBENA mi adorado bar; mis pequeños sobrinos bastardos: Oli, Luisitrin, Omar, Mario, Leo, Cloe y Lucas; Lupe y Alfredo, mis perros adoptivos,… y una familia INCREÍBLE, y un montón de amigas y amigos que profesan AMOR DEL BUENO. Y soy MUY FELIZ. CÓMO NO VOY A CONSIDÉRAME UNA TRIUNFADORA?
Sólo puedo decir GRACIAS. OS AMO.
Atrás quedaron las noches de desvelo de amor estéril hacia tantos que no lo merecían: EL TRIUNFO DEL DESAMOR.
Atrás las horas encerrada en oficinas frente a un ordenador que me hacían sentir muerta: EL TRIUNFO DE LA VIDA.
La13 Catorce
Ya planté un árbol, ya tuve un hijo. Sólo me falta escribir un libro. PRÓXIMAMENTE…