Con el paso del tiempo creo que me he vuelto más inaccesible, más conciso, más irreverente y más tajante. Posiblemente sean cualidades que ayudan siempre a defender las ideas y poder contar a todo el mundo sin excepción lo que te sale del mondongo. Es posible que este tiempo de paréntesis, un kit kat de hibernación creativa absolutamente necesario, haya servido para organizar no sólo las ideas, sino también para comprender nuestro papel y redescubrir lo que queremos contar.
Antonia Magazine despierta, vuelve al ataque; quizás más irreverente y a golpe de creatividad con piel de alabarda. Y es posible que lo que más me llene de orgullo y satisfacción borbónicos no sea asumir el papel de redactor jefe al lado de mi compañera de peligros. Es posible que lo más emocionante sea parafrasear a Fray Luis de León y recordar “como decíamos ayer”, que en la actualidad hay muchas cosas que tienen que ser contadas desde otra óptica, menos obtusa y panderetera y a su vez más realista, más personal, más destroyer e incluso más travesti…
La palabra resurgir es odiosa. Sólo resurgen los que han caído, los perdedores o los que tiran la toalla ante un combate, sin sacar el último estertor. Antonia regresa, o más bien se despierta de una siesta; de esa siesta que cura milagrosamente una resaca después de un fin de semana mortal. Y es momento de contar las cosas de manera diferente, con un formato diferente, con muchas voces, porque sí. Creo que no ha habido persona que no conozca, que en todo este tiempo de silencio no haya preguntado por este momento de ahora. Y todo llega, incluso la eternidad, Bertín Osborne, el pan de pueblo y los diamantes.
Tenemos un nuevo proyecto entre manos, un proyecto en el que todos tenemos una parte activa importante: nuestra voz. He recordado con la jefa muy gratamente esa similitud que hay entre Antonia Magazine y las Garras de astracán de Terenci Moix a quien adoro por encima del propio recuerdo. Ahora es momento de embarcarnos en el crucero de Mujercísimas, con nuestra particular Imperia Raventós en el timón, nuestra dama de alta alcurnia al otro lado del canal sonando a babor y vuestra peculiar Miranda Boronat de cultura y alcohol en estribor.
El rumbo está claro: donde nos salga del higo. ¿Para qué andarnos con más florituras?