Policía de la moda – MTV Europe Music Awards 2010
Podríamos titularlo como «Esperpento en Madrid al Atardecer (EMA)», pero es un nombre demasiado poético para tan poca prosa -y donde el verso se reducía a la escasa longitud de los vestidos de las ¿damas?-.
Pero me ha costado una semana pensarlo y tenía que soltarlo. La entrega de los European Music Awards de la MTV me ha dejado noqueada. Primero, porque nunca he visto tanta silicona junta -y mira que he estado un par de veces al lado de Anita Obregón y sus inefables pechos-; segundo, porque nunca he visto una alfombra roja peor organizada -será porque era morada… y morados se pusieron los presentadores de la MTV a entrevistar, porque los plumillas de a pie nos las vimos y nos las deseamos para arrancar tres palabras seguidas al famosete de turno-; tercero, porque los yanquis se creen el ombligo del mundo y a los periodistas españoles nos metieron en un cuchitril donde «trabajábamos» como sardinas en lata.
Toda la noche esperando a Lady Gaga y sus filetes y lo único que vimos fueron las carnes prietas de las celebrities que se bajaron del burro de Hollywood para hacer como que Madrid bien vale una sobredosis de fresquíviri –porque ni el glamour de París ni rastro de cena… si no, ¿de qué se iban a meter las famosas en esos trajes tan embutidos? No será a base de morcilla, no… o al menos no de morcilla de arroz–. Que si la Longoria y su culito respingón –mi envidia quiso atisbar ciertos centímetros celulíticos en tan aclamada superficie, pero puede que sólo fuera un espejismo–. Que si la Shakira y su canalillo enlentejuelado –y sus piernecitas tersas, que se nota que se lo suda en el gimnasio–. Que si la Hanna Montana –digo Miley Cirus– y su tetilla rebelde –es lo que tiene llevar un escote difícil cuando vas de niña fácil–. Que si la Kira Miró y sus pelos como escarpias –como es rubita, no le hace falta hacerse la cera en toda la pierna–.
En el fondo, es todo envidia. Porque, como verán, no puedo reseñar ni una sola lorza. Ni media. Ni un cuarto.
Claro que, de inteligencia, ídem de lo mismo. Salvo una honrosa excepción, la de Nawja Nimri, que dio el titular de la noche: «Estos yanquis se comen todo el puto pastel». Y encima no engordan. Asco dan…
