Es indiscutible que el cine crea tendencias. Hay películas, y personajes, que provocan en los espectadores la imperiosa necesidad de transformarse en copias de ellos.
Todos los que vivimos el momento Matrix fuimos testigos de copias de Neo o Trinity por la calle, a saber: chaqueta de cuero negro larga, gafas de sol.
También los hay que se quedaron en el momento Top Gun y no pueden prescindir de su chaqueta de aviador, corta, cuero, cuello de piel, y gafas también estilo aviator.
Recuerdo una época Flashdance, con camisetas y mallas a lo Jennifer Beals, me atrevería a decir que algunas chicas hasta se compraron bici de carrera. Yendo menos lejos en la historia, hubo un tiempo en el que me cruzaba con réplicas cutre de Amelie por la calle Fuencarral.
En fin, todos personajes muy estilosos, con atributos que activan nuestra neurona copy cat. Ahora, yo me pregunto: ¿qué hay de todos esos personajes antimoda? Me refiero a esos personajes que llenan las pantallas de cine con su falta de gusto a la hora de vestirse, con sus peinados horrendos, con sus accesorios abominables, con una falta de estilo tan perversa que no podemos menos que amarlos.
Hoy he decidido escribir un homenaje a la falta de onda, a los personajes cuyo carisma trasciende su poco gusto a al hora de vestirse. Vamos a ver, aclaremos antes que ya sé que el que elige lo que se ponen los personajes es el diseñador de vestuario, pero creo que más nos vale dejar eso en suspenso de credibilidad por un rato y disfrutar de la fantasía de creernos que toda esta gente ficticia es gente de verdad. Vamos allá.
Uno de mis personajes poco fashion favoritos es el de Cynthia, Brenda Blethyn en Secretos y Mentiras. Está bien, el personaje es una mujer de clase obrera, poco culta, con un pasado duro, pero no tiene excusa esas camisetas de punto en colores pastel ni esos enormes pendientes de plástico a juego con nada. Así y todo no podemos evitar amar su patetismo, su constante lloriqueo, su fragilidad. Cynthia es el corazón de una película bellísima, tan llena de profundidad como de ropa horrible.
Una de las ideas que ronda el inconciente colectivo es que un hombre siempre estará bien vestido con un traje. Error. En el cine hay más de un ejemplo de trajes horrorosos y fuera de lugar. El primero que me viene a la mente es el de Rupert Pupkin, Robert De Niro en El Rey de la Comedia. Rupert se pasa toda la película luciendo unos siniestros trajes de colores chillones, con corbatas igualmente estridentes. Totalmente a tono con la locura del personaje que siempre está preparado para su rutina de stand up comedy en el show de su propia mente.
Otro freaky del traje es Barry Egan, o lo que viene a ser Adam Sandler en Punch-Drunk Love. Aunque trabaja en una empresa distribuidora de productos tipo bazar chino, en una nave industrial, Barry no se quita su taje azul. Supongo que un personaje tan enajenado, aunque tierno, como él no tiene ni idea de que ponerse y cree que así está bien vestido para cualquier ocasión.
Un ejemplo de traje fuera de lugar en el cine español, aunque en este caso cumple otra función narrativa, es el de Quim Gutiérrez, el portero de Azuloscurocasinegro. Los que vieron la peli, saben por que lo digo, los que no la vieron, ¿qué están esperando?
Donde más destaca un personaje sin estilo es en una película estilosa. Un claro ejemplo es mi amada Boogie Nights. Entre todos los personajes con un look definido, está el perdidísimo Buck, Don Cheadle, que no encuentra un look que le venga bien. Tiene una época cowboy, con sombrero blanco y pañuelo rosa al cuello. Otra de blanco integral (traje, corbata, incluso zapatos). Pero mi favorita es cuando aparece con una chaqueta dorada con flecos blancos y una peluca de trenzas a lo Bo Derek. Ahora que lo pienso, le encanta el blanco. De hecho su look es eterno conflicto del personaje y tema de varias conversaciones. Yo estoy de acuerdo con lo que le dice Luis Guzmán, “wear what you dig” (ponte lo que te guste).
Algo que da mucho juego en cuanto a falta de estilo es el que yo denominaré Mondo Paleto. Los hay totalmente concientes de su falta de onda, como Adele, Juliette Lewis en Kalifornia (por cierto, también es un poco tonta y está bastante loca) que se dedica a copiar a Carrie, el personaje de Michelle Forbes, una fotógrafa muy guay. Por otro lado, tenemos a los que se regodean en su falta de gusto, como Darrell, el repugnante mecánico de U-turn, interpretado por Billy Bob Thorton, que desprecia el carísimo reloj de oro del personaje de Sean Penn a favor de su maravilloso reloj calculadora de plástico que según sus propias palabras le costó tres dólares y “tiene todos los números del mundo”.
No solo los adultos son víctimas de la falta de estilo. Se puede ser un niño estupendo, con un mundo interior y una sensibilidad muy por encima de sus pares, y a la vez ser víctima de una madre new-age-hippy-greenpeace que te viste con ropas tejidas a mano por aborígenes y compradas en tiendas de comercio justo. Eso le pasa a Marcus, el personaje de Nicholas Hoult en About a Boy. Por suerte conoce a Will, Hugh Grant, que lo guia hacia un terreno más estiloso.
¿Qué sería de nosotros, los pequeños espectadores, sin estos personajes? En un mundo tan absolutamente invadido de imágenes de gente guapa, con ropa fantástica que le sienta de maravilla. Rodeados como vivimos, de imágenes que nos recuerdan lo imperfectos y el poco gusto que podemos tener a la hora de vestirnos. Acosados por el constante cambio de tendencias que no logramos hacer propias.
Menos mal que el cine nos recuerda a veces que en el mundo también hay lugar para los poco guay, los que tienen mal gusto, los que no saben que ponerse, los que son imperfectos.
Menos mal que todos estos personajes antimoda también pueden ser héroes de su propia historia, y que en ese momento hasta con la vestimenta más horrible pueden ser hermosos.
Inés González